¿Qué es un acto de amor? | Gaby Vargas

¿Qué es un acto de amor?

“Date cuenta de cuánto la vida te ama.” La primera vez que escuché esta frase de la reconocida Louis Hay, fue en un seminario del doctor Robert Holden sobre el amor. Nunca la había siquiera considerado. Despertar y comprender su significado abrió una nueva ventana hacia mi mundo interior y las latitudes de la conciencia.
Gracias a ella y desde entonces –cuando estoy presente, puedo ver la vida a través de una lente que amplifica todo lo bello que nos ofrece y que comúnmente no vemos o de lo que ni siquiera nos percatamos. Agradecí tanto esa enseñanza que quiero compartirla contigo, querido lector, con la esperanza de tenga en ti el mismo efecto.
Antes que nada, piensa: ¿qué es el amor cuando no es una palabra? Analiza los distintos actos de amor que has recibido de las personas en esta última semana. Puede ser tantas cosas, por ejemplo, un gesto, un guiño, el tono en las palabras, las miradas, las caricias, la compañía, la presencia y demás. Un acto de amor es que alguien te sonría, te ceda el paso, te llame para ver cómo estás, que te ofrezca su ayuda, que te acompañe, que te escuche, en fin. ¿Notamos este amor, lo apreciamos?
Solemos categorizar dichos actos en grandes o pequeños. Pero bien vistos, los actos de amor son sólo actos de amor, carecen de tamaño. ¿Quién les pone las etiquetas? ¿Quién los minimiza? Nosotros, tú y yo, nadie más. Al no darles valor o notarlos se reduce nuestra experiencia de gozo en la vida.
Así que te vuelvo a lanzar la pregunta: ¿cuántos actos de amor has recibido en los últimos seis días? ¿Te has dado cuenta de ellos?
Una vez que los traigas a tu mente, te invito a voltear a ver el cielo, los pájaros, los árboles, las flores, el agua, el sol, las piedras, la tierra o tu mascota. Ve a tus hijos, a tus amigos, a tus maestros, a tu pareja –si tienes una buena relación. El amor está aquí todo el tiempo, ¿lo notas, lo puedes percibir como una hermosa expresión que la vida te ofrece? Todo lo anterior se revela cuando estás presente, conectado contigo mismo en segundos de conciencia. Entre más te abres y te muestras a la vida, más amor encuentras y es entonces cuando la vida se llena de luz y te sientes parte del todo.

Nada está separado de nada
En la actualidad, gracias a la ciencia, hemos aprendido a ver el mundo de manera distinta. Es decir, hoy sabemos que los átomos son 99.999 por ciento energía y no puntitos separados entre sí, como nos habían enseñado. Nada está separado de nada. Todo en la creación es parte del todo. Cada uno de nosotros, cada partícula en la naturaleza es parte de esa unidad. Unidad a la que bien podríamos llamar Dios, Conciencia, Energía Universal o como desees, y que es simplemente amor.
Vivimos rodeados de amor. Sin embargo, en lo cotidiano es muy fácil olvidarse de él. Sabemos la manera de estar ocupados y andar de prisa, creemos que todo lo hacemos por amor, cuando en realidad nos alejamos del amor y de nosotros mismos.
Lo curioso es que el universo no reduce su generosidad porque tú o yo no le pongamos atención.
La invitación es a darte cuenta de que la vida te ama, no a que salgas a buscarlo a algún lado; es un llamado a sintonizarte con algo que siempre ha estado y estará ahí; a estar presente. Tú y yo somos una expresión del amor. Nuestro ser interno es hecho a imagen y semejanza de Dios y ¿qué es Dios sino amor? Resulta curioso que la frase “amor a ti mismo” sea en realidad un pleonasmo.
Un gurú yogui decía que la gente se sube en cruceros para ir de vacaciones cuando, sin importar en donde se encuentre, sólo tiene que cerrar los ojos y sintonizar con su paraíso interno y con el amor. El secreto está en estar abierto para descubrirlo, visitarlo, recibirlo.

Soy amor o ¿soy amor?
Si bien todo lo anterior resuena como una verdad en alguna parte de nuestro ser interno que reconoce que “es amor”, también existe otro ser –el exterior, nuestra personalidad, nuestro ego–, que no sabe amar y al que le cuesta mucho trabajo comprender lo que es el amor incondicional. Su duda siempre es y será: “¿Soy amor?” Este ser exterior que siempre está lleno de dudas acerca de si lo aman o no, suele ser inseguro y, por lo tanto, soberbio, se pregunta constantemente si es digno de ser amado. ¡Vaya paradoja!
El mundo, desde esa perspectiva, se convierte en un lugar oscuro y solitario. Lo irónico es que no puedes hacerte querible, sólo puedes ser querible y darte cuenta de que ya eres en tu ser interno, un ser adorable.
Por otro lado, ¿te has percatado de que es más fácil amar a otros que amarte a ti mismo?, ¿no te parece absurdo? La realidad es que entre más te amas a ti mismo, más reconoces el amor y por ello se vuelve más fácil amar a los demás.
Asimismo, lo hermoso es que cuando admites la existencia de ese amor fundamental, a los demás les es aun más fácil amarte. Es así que tu relación contigo mismo se refleja en la relación que tengas con amigos, familiares, extraños o enemigos. De ahí la famosa frase no vemos la vida como es, la vemos como somos.
Date cuenta de lo que la vida te ama. Imagina que toda la belleza que ves, sientes y percibes fue creada para ti, para tu disfrute y deleite; como una muestra del amor que siempre está presente y sólo requiere abrirle la puerta.

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