Hacemos todo para sentirnos bien: ejercicio, yoga, caminatas, dietas, ayunos, desintoxicaciones y demás. Sin embargo, hay algo vital que pasamos por alto y de lo cual depende nuestra salud hasta en 75 por ciento. ¿Sabes qué es?
Desde hace más de 600 años a. C. Hipócrates, el padre de la medicina, decía que la salud está en el balance, desde la raíz. “Que tus alimentos sean tu medicina y que tu medicina sean tus alimentos”, afirmaba. Si tan solo entendiéramos este principio a cabalidad, nuestra salud y bienestar en general serían radicalmente mejor en el mundo entero. ¿El balance de qué?, te preguntarás. El balance entre la acidez y la alcalinidad del organismo. Te comparto información al respecto.
A principios del siglo xx, el doctor austriaco Franz Xaver Mayr descubrió que la hiperacidez en el organismo está relacionada con las enfermedades modernas de la civilización y las crónico degenerativas, como la osteoporosis, los padecimientos cardiovasculares, los problemas de sueño, el reumatismo y las alergias, entre otras.
Nuestra salud depende en 75 por ciento, nada más y nada menos, de nuestros intestinos; mismos a los que nunca hacemos caso y que estresamos. ¿Cómo? Comemos demasiado, muy rápido, una dieta muy ácida y a deshoras, muy seguido o cuando estamos muy cansados. Todo lo anterior contribuye a la producción de toxinas resultado de la fermentación y putrefacción por procesos bacteriales, mismas que estresan a los intestinos, sobrecargan al hígado y afectan a todo el organismo.
Lo que me parece increíble y heroico es que a pesar del acelerado estilo de vida, nuestro cuerpo hace lo posible por mantener el balance, el cual influye de manera importante en funciones metabólicas, digestivas, desintoxicantes, respiratorias, cardiovasculares y otros procesos vitales. Es decir, la naturaleza quiere y busca que estemos sanos. Pero ojo, la naturaleza también se cansa.
No es lo que comes, sino cómo lo comes
“Eres lo que comes”, todos lo hemos escuchado, pero el doctor Mayr agrega: “Eres lo que digieres”, lo cual es lógico. Claro que hay que comer sano, pero de poco sirve comer una ensalada de espinaca, si se hace de prisa y sin masticar bien, ya que así no se ayuda al cuerpo a digerirla por completo. Por ello es que Mayr afirma que nuestros hábitos alimenticios son más importantes que aquello que ingerimos.
Mayr nos brinda cinco principios básicos para lograr, mantener y recuperar la salud del tracto digestivo y con ello del cuerpo en general:
- Respeta los ritmos de tu sistema digestivo. Para ello se aplica ese viejo dicho: desayuna como rey, come como príncipe y cena como mendigo. Mayr afirma que entre comidas hay que dejar descansar al estómago e intestinos. Por las noches, cenar verduras cocidas, un consomé o una sopa y evitar consumir alimentos crudos, porque al igual que tú, éste llega cansado al fin del día y le cuesta mucho trabajo digerirlos.
- Toma mucha agua, pero no con las comidas. El agua diluye las enzimas digestivas y las vuelve menos eficientes justo cuando más las necesita. Es mejor tomar agua sola o tés herbales que agua con gas o, por supuesto, refrescos.
- Procura que 80 por ciento de tu plato sea alcalino. Es decir, que esté constituido por verdura, papas, crema, hierbas, aguacate, aceite de oliva, chía, fruta, especies; y sólo en 20 por ciento por alimentos ácidos: carne, pollo, pescado, queso, embutidos y otras proteínas; así como azúcar, harinas blancas, café, alcohol y nicotina.
- Mastica entre 20 y 40 veces cada bocado.
- Come despacio, disfruta y agradece, son las acciones que más favorecen a que el sistema digestivo esté contento.