Frente a mi ventana puedo ver un viejo ciruelo que, he de confesar, el resto del año me pasa desapercibido: sus hojas se funden con verdores vecinos y no me doy cuenta de su existencia. Pero cada invierno, este discreto árbol se engalana y explota en millones de diminutas flores blancas que, en contraste con el color café oscuro de sus ramas y el azul intenso del cielo, se vuelve una epifanía que dibuja una sonrisa en el interior de quien es capaz de observar su belleza. Es el protagonista del paisaje.
En verdad resulta una bendición verlo; y cuando el viento sopla, miles de petalitos se desprenden y flotan en el aire como si de nieve se tratara. Contemplar esas flores blancas me recuerda que la vida vale la pena y me invita a conectarme con mi interior, al mismo tiempo que con el poder superior, al que llamo Dios. ¿Quién más podría haber hecho algo tan bello, tan perfecto?
Asimismo, me conmueve saber que cuando un árbol tira todo su follaje y florea de esta manera, se debe a que peligra su existencia. De esa forma usa toda la energía que le queda para garantizar la prolongación de su especie al producir el mayor número de semillas, las cuales se harán flores y después fruto.
Las flores dentro de la casa
El gozo que provoca ver flores en el campo o en un jardín, también lo podemos llevar al interior de la casa. De mi querida suegra Leonor, aprendí la costumbre de semana a semana comprar flores de la temporada y colocarlas en los lugares donde más suelo estar. Cómo se lo agradezco. En verdad, levantarte en la mañana y ver cerca un ramo de flores, equivale a iniciar bien el día. Ver una flor junto a la pantalla de mi computadora, me recuerda que en la vida no todo es trabajo.
Las flores hablan múltiples lenguajes. Con ellas podemos decir: “Perdón”, “Te quiero”, “Te acompaño”, “Te felicito”, “Te deseo”, “Te celebro”... Un estudio realizado durante diez meses, por el laboratorio Rutgers de la State University of New Jersey, demostró que la naturaleza nos proporcionan una manera muy sencilla de mejorar el ánimo y la salud a través de las flores. A continuación los resultados:
- La presencia de flores, en cualquier lugar, dispara emociones positivas, eleva los estados de satisfacción e impacta en la conducta social de una persona de una manera positiva, más allá de lo que se cree normalmente. “Lo más emocionante del estudio, es que desafía de manera natural las creencias científicas acerca de cómo la gente maneja diariamente sus estados de ánimo y salud”, dice la doctora Jeanette Haviland, profesora de psicología en Rutgers y líder de la investigación.
- Las flores tienen un impacto inmediato en la felicidad y en la sensación de energía de las personas. Todos los que recibieron flores, sonrieron inmediatamente y demostraron extraordinarios deleite y gratitud. Esta reacción fue universal y en todos los grupos de edades.
- Las flores producen un efecto a largo plazo en el estado de ánimo de la gente. Los estudiantes que participaron reportaron sentirse menos deprimidos, ansiosos y agitados después de recibir flores y demostraron un nivel más alto de satisfacción y disfrute de la vida.
- Las flores propician conexiones más íntimas entre familiares y amigos. Un lugar decorado con flores naturales crea una sensación cálida y positiva en las personas, quienes se sienten bienvenidas y dentro de una atmósfera que invita a compartir. El lugar transmite limpieza y cuidado.
- Las personas enfermas se recuperan más rápido en presencia de flores.
- Bien vistas, las flores son mensajeras de otra dimensión que nos ayudan a elevar la conciencia, como dice Eckart Tolle en su libro Una nueva Tierra; son un puente entre las formas físicas y lo que no tiene forma.
Las flores contienen en sí, toda la belleza del cosmos. Tenlas junto a ti, te garantizo que de misteriosa manera, te harán sentir mejor.
