Un llamado desesperado | Gaby Vargas

Un llamado desesperado

Hoy quiero hacer un llamado desesperado y enérgico que mueva tu conciencia. No importa en qué lugar del mundo te encuentres, cuál sea tu edad, profesión o situación social; si perteneces al gobierno, a la comunidad científica, a las organizaciones de la sociedad civil o al público en general; si te dedicas a la pesca, a la educación, los negocios o la cultura.

¿Sabías que la población de la vaquita marina ha disminuido 90 por ciento en los últimos cinco años y no se sabe cuántos ejemplares quedan? Tal vez sean menos de treinta.

Ésta es quizá nuestra última oportunidad para evitar que la vaquita marina se extinga. Se trata de una especie endémica de México, que sólo se encuentra en una pequeña franja del Alto Golfo de California.

En el presente vivimos la mayor pérdida de diversidad biológica desde que los dinosaurios desaparecieron. Por ejemplo, ¿conoces al pájaro elefante, al tigre dientes de sable, al rinoceronte negro, al tigre de Tasmania, al oso mexicano o al delfín de río chino? En los últimos 20 años, un total de 27 especies se ha declarado oficialmente extinto.

Es nuestra obligación

Los mexicanos hemos demostrado que podemos dejar de lado nuestros intereses individuales y organizarnos para ayudar a otros. En esta ocasión se trata de un llamado a abrir la conciencia de las generaciones de hoy y las futuras, tanto de éste como de otros países, para recuperar a este emblemático mamífero marino.

La principal razón de la pérdida de la vaquita son las redes de enmalle que colocan los pescadores para capturar al pez totoaba, también en peligro de extinción, al que extraen la vejiga natatoria para venderla en el mercado negro a los chinos, quienes pagan miles de dólares para usarla como remedio en la medicina tradicional.

En los últimos meses se ha realizado un esfuerzo importante para capturar algunas vaquitas y promover con ello su reproducción en cautiverio. Sin embargo, a pesar de la asesoría estrecha de más de 65 expertos de nueve países diferentes, los resultados no han sido exitosos. Por ello, las operaciones de captura se han suspendido definitivamente y estamos en un momento crítico para redefinir el rumbo de la estrategia para preservar a la vaquita.



Los científicos a cargo serán quienes orienten atinadamente la dirección; sin embargo, después de muchos años y mucha experiencia en el tema, queda claro que si no se incluyen a todos los sectores implicados o cuya acción puede tener resonancia en la causa, las posibilidades de éxito son pocas.

Estoy convencida de que es nuestra obligación preservar el equilibrio ecológico y de los ecosistemas, no sólo de dicha especie, sino de cualquiera, para el futuro de nuestros hijos y nietos y del planeta en sí.

Es por eso que te convoco a ti, lector o lectora, a que en la medida de tus posibilidades te unas a este movimiento. ¿Cuáles son dichos sectores y las aristas que debemos atender? Vigilar nuestros mares de manera constante, crear una alternativa de vida digna para los pescadores, reglamentar las formas de pesca, negociar con el gobierno chino, investigar más sobre la constitución biológica de la vaquita y de su entorno, concientizar acerca del problema a la gente dentro y fuera del país, en fin…

Una vez escuché una polémica en la que se discutía si la cuestión fundamental era ocuparse de crear un mundo mejor para nuestros hijos o educar mejores hijos para el mundo. En el caso apremiante de la vaquita marina creo que nuestro deber es crear sin demora la voluntad y las condiciones para preservarla, al mismo tiempo que educamos a nuestros hijos sobre la responsabilidad de respetar a todas las criaturas que comparten este planeta con nosotros. Como puedes ver, este llamado es urgente.

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