Imagina por unos segundos que escuchas música deliciosa y relajante. Ahora, imagina que arrastras tus uñas a lo largo de un pizarrón y escuchas ese sonidito que eriza la piel. Ahora imagina que sumerges tu mano en una cubeta con agua helada, llena de hielos. Y para terminar, imagina que exprimes unas cuantas gotas de limón en tu boca.
Nada de lo anterior existe. Sin embargo, tu mente produjo reacciones físicas totalmente diferentes. ¿Has notado como todo tu cuerpo se altera al ver una película de terror? Es curioso, porque sabes que nada de lo que ves en la pantalla es real. Esto se debe a que el cerebro no sabe distinguir entre la realidad y la ficción. Es por ello que cualquier cosa o situación que imagines, cualquier pensamiento que cruce por tu mente, provoca que tu cuerpo reaccione como si fuera real.
Ser conscientes de esa relación y recordarla constantemente es una de las claves –si no es que la clave– para lograr una armonía interior.