Los retos y las experiencias terribles que vive Cándido, personaje que da título a lacorta novela escrita por Voltaire en 1759, nos dejan una lección. En esta ficción, elprotagonista se embarca en un sinfín de peripecias cuando sale a recorrer el mundo en busca de su amada. El joven enamorado emprende su andanzas sin tener idea de lo que le espera al dejar su cómodo castillo en Westfalia, región de la actualAlemania, del que fue expulsado tras besar a la hija del Barón, joven dama de 17 años receptora de sus afectos.
Durante años, Cándido pasa miles de aventuras. A lo largo de la narración vemos que cosas malas le suceden a gente buena y cosas buenas –como preservar la vida– le suceden a gente mala, entre otras injusticias y calamidades de las que la historia está repleta.
Los infortunios del pobre Cándido están planteados a manera de sátira que el ingenio de Voltaire vuelve una obra maestra, es así que lejos de acongojarnos, nosdivierte. El autor se burla a la par del optimismo exagerado y de la comedia romántica, entre miles de cosas más que hoy no viene al caso narrar, pero que les recomiendo si quieren pasar un buen rato.
En esta ocasión sólo quiero traer a cuento la frase más famosa de la obra, la cual aparece al final de la misma: “Debemos cultivar nuestro jardín”. ¿Qué intenta Voltaire decirnos con ella?
Al analizar ese dicho, que hasta la fecha repetimos, nos daremos cuenta de que desde entonces hasta ahora se ha interpretado de manera literal. Cultivar un jardín se considera un bálsamo para los pesares o un gozo puro, debido a que es un privilegio de pocos, a veces por falta de éste y otras por la indiferencia que en general nos suscita dicha actividad.
Pero sabemos que establecer una conexión con la naturaleza, trabajar la tierra con las manos, pasear por un bosque o cultivar un jardín –por pequeño que sea–, cuidar un árbol, una flor o hasta una planta en maceta, requiere paciencia, constancia, entrega y humildad. Por ello, es una gran terapia que nos mantiene física y anímicamente sanos, en especial para quienes habitamos en ciudades en las que reina la prisa y la inmediatez.
En los grabados egipcios antiguos, realizados hace cinco mil años, ya puede observarse gente que cultivaba jardines, por lo que quizá podría considerarse uno de los oficios más antiguos del mundo. Incluso hay un proverbio chino que dice: “¿Quieres ser feliz una hora? Bebe vino. ¿Quieres ser feliz un día? Cásate ¿Quieres ser feliz toda tu vida? Hazte jardinero. Cultiva un jardín y él te cultivará”.
Pero hay otra forma de interpretar la frase
Voltaire era un crítico social, a tal grado que fue encarcelado y luego mandado alexilio. En su obra, el filósofo señala que la violencia y el saqueo perpetuado por la monarquía se encuentran alejados del pacífico y productivo modo de vida de las personas que viven con lo suficiente y se encargan de sus propios asuntos al cultivar sus jardines. La frase es, pues, una crítica mordaz al orden social y un señalamiento moral.
Eso es lo que, desde mi punto de vista, Voltaire nos quiere decir cuando termina la novela con el encuentro entre un Cándido cansado y maduro y un viejo en su entorno familiar, en el que impera la paz más absoluta. Este viejo, indiferente a la política y a la filosofía, trabaja arduamente y vive con lo suficiente para él y su familia. Es feliz al cultivar su jardín.
Si partimos de las premisas de que el mundo no cambiará y siempre habrá maldad, avaricia y guerras como consecuencia de la condición humana, lo único que nos queda es trabajar en nuestro jardín interior. Es decir, amar la vida, mirar y conectarnos con el bien –que también siempre está presente–, con el amor, Dios ynuestro espíritu; para así predicar con el ejemplo y dejar en este mundo seres mejores que nosotros y un entorno más prometedor.