Llegar a nuestras décadas de los cuarenta, cincuenta, sesenta y ochenta sin duda nos confronta con la decisión sobre la actitud que tomaremos en los años por venir. Tenemos que optar entre crecer con sabiduría y dignidad, o bien, añorar y lamentarnos porque todo tiempo pasado fue mejor.
A las personas que han vivido la mitad de la vida y piensan que nada mejora con la edad, pues sus mejores años quedaron atrás, les tengo una noticia: las investigaciones muestran que están muy lejos de la verdad.
Se sorprenderán, querido lector y querida lectora, de que a partir de la segunda mitad de la vida, las personas estamos más contentas y satisfechas que cuando éramos jóvenes. Experimentamos emociones más positivas y menos negativas y nuestro estado emocional es más estable; además somos menos sensibles a las vicisitudes de la negatividad diaria o el estrés.
Si bien no se sabe con exactitud cuál es el rango de edad en que una persona se siente más contenta, ya que distintas investigaciones muestran diferentes resultados, la profesora en psicología Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California, nos dice en su libro The Myths of Happiness que tres estudios recientes confirman que esto ocurre a los 74, 75 y 79 años. Lo que sí queda claro es que los años de lozanía y juventud no sólo son los más soleados, sino muy probablemente los más negativos de nuestra vida. ¿Lo imaginabas!
¿Por qué a mayor edad, mayor felicidad?
El Centro de Longevidad de la Universidad de Stanford concluye:
- Cuando comenzamos a reconocer que nuestros años están limitados, cambiamos nuestra perspectiva de la vida. El horizonte de nuestra finitud nos motiva a estar más y más presentes en lo que en realidad importa.
- Las relaciones que nos interesan se vuelven la prioridad; nos deja de importar tomar riesgos o conocer a personas nuevas.
- Apreciamos mucho más lo positivo que ocurre en nuestra vida y aprendemos a obtener más felicidad de las experiencias.
- Reconocemos que la vida es frágil, que nada es para siempre y agradecemos los años que nos quedan por vivir.
- La conciencia de que nuestro tiempo en la Tierra está limitado, aunada a la madurez y las habilidades sociales que cada década nos aporta, nos motiva a maximizar nuestro bienestar y controlar las emociones con más asertividad.
- A mayor edad, más probabilidad de enfocarse y recordar lo positivo sobre lo negativo de las personas, nuestras relaciones, historias de vida y comunidades.
- Entre más años acumulamos se vuelve más probable mantener la serenidad, el contento y la cercanía en nuestras relaciones. Este sesgo positivo se puede deber a una estrategia voluntaria por hacer oídos sordos a la crítica.
- Una línea fascinante de investigación muestra que entre más años tenemos, somos tratados con mayor respeto y bondad. Las personas nos confrontan menos y nos perdonan más y hacen un esfuerzo mayor por resolver las tensiones y aminorar los conflictos.
No es de extrañar, entonces, que los mejores años se encuentren en la segunda mitad de la vida y que ésta sea un tiempo maravilloso lleno de retos, gozo y crecimiento, pero hay que prepararse.
¿Por qué no obtener los beneficios de envejecer con anterioridad a hacernos viejos en realidad? Para lograrlo tenemos una variedad de metas que alcanzar en el futuro. Así que cuando un día amanezcas sintiéndote viejo, en lugar de escuchar ese primer pensamiento, escucha la voz del corazón que te dice: “Sin duda tuve pasiones, triunfos y belleza en el pasado, sin embargo, en el futuro me espera mucho más para ser feliz”.