Treinta minutos bastan para despedirnos con una sensación cálida en el alma que nutre, reconforta y une. Una vez a la semana al término de la clase de yoga, algunos compañeros solemos atravesarnos al cafecito de enfrente para convivir –dado a las actividades matutinas de todos, un máximo de media hora. ¿A qué se debe dicha sensación que abraza?
Los amigos y la familia son un factor importante no sólo en nuestra calidad de vida, sino también, en la cantidad de años que vivimos. Reunirnos con personas que nos agradan de acuerdo a la neurociencia, provoca que nuestro sistema segregue toda clase de hormonas que nos llenan de vida y energía y en especial, nuestro organismo libera un hormona conocida como la “hormona del amor” u “hormona social”: la oxitocina.
Estudios de la Universidad de Stanford, dirigidos por el doctor Robert Malenka, descubren que ésta hormona se une con los receptores que liberan serotonina y ambas inducen estados de felicidad como si juntas bailaran una hermosa melodía. Las personas con más oxitocina, son más felices porque se relacionan mejor con las personas. En cambio, los estándares morales de ellas decaen cuando les falta dicha hormona.
La primera vez que escuché algo sobre dicha hormona –como muchas mamás, fue al ginecólogo en el momento en que mis tres hijos nacieron. La secreción de la misma estimula el parto y es la que provoca la afiliación tan estrecha que se da entre mamá y bebé. Es de hecho el pegamento social que une a familias, comunidades y sociedades. Biológicamente estamos hechos para buscar la convivencia y la unión social y necesitamos de los otros para crecer.
Oxitocina a voluntad
¿Te imaginas poder generar de manera consiente y a voluntad ésta hormona que nos hace felices? Además de forma inmediata. ¿Qué pasaría? Por supuesto nos sentiríamos mejor, nuestras relaciones serían más nutritivas y sanas, nuestra salud estaría en óptimas condiciones y tendríamos una vida sexual más activa. Pero además, ésta hormona oxitocina que se produce en el cerebro y en la sangre, es la que provoca que la fidelidad de la pareja aumente, que seamos más generosos, más abiertos, más empáticos y que confiemos más en los demás.
Si bien lo anterior suena como a un experimento tomado del libro “Un mundo feliz” de Aldous Huxley, es una realidad. Una buena plática o una salida periódica con los amigos quizá sea más efectiva que cualquier medicina; es un mecanismo de supervivencia muy importante que ayuda a mantener nuestra salud física y mental; de echo es tan necesario como dormir, hacer ejercicio o comer bien, esto lo afirma The Longevity Project un estudio realizado durante ocho décadas por los doctores y científicos Howard Friedman y Leslie Martin quienes comentan, “Las relaciones sociales son el primer lugar en el que debemos buscar si queremos mejorar nuestra salud e incrementar la longevidad”.
Entre más feliz eres, somos, el mundo se vuelve un mejor lugar para vivir. ¿Por qué? Porque además de los beneficios personales que ya vimos, se ha demostrado que los ingresos y la economía de un país, también se elevarían notoriamente. Todo lo anterior lo sabemos gracias a los estudios del neuro-economista, Paul J. Zak, de Claremont Graduate University, después de diez años de realizar experimentos sobre dicha hormona publicados en su libro “La molécula moral”.
¿Qué tiene que ver la felicidad con la economía?
Te preguntarás. Mucho, la confianza es la clave, pues el hecho de confiar más en los demás, provoca que haya más negocios, mayor progreso, mejores gobiernos, más abundancia, mejor infraestructura y demás. Además, lo anterior crea un círculo virtuoso: Zak demostró a través de incrementar la oxytocina en un grupo de personas a través de un inhalador nasal, que entre más dinero recibe una persona, más altos son sus niveles de oxytocina y más generosa se vuelve.
Y ¿qué sucede cuando no liberamos la oxitocina de manera adecuada? Pues nada que sin ésta hormona, las personas vivimos más estresadas, el nivel de corrupción se aumentaría, nuestros estándares morales decaerían, tendríamos conductas como las de un psicópata y muy probablemente desconoceríamos nuestros lazos afectivos. Y por cierto, el estrés es una de las causas que más inhibe ésta hormona.
Mas lo asombroso es que Zak descubrió y comprobó científicamente por primera vez, que la oxitocina es también la responsable por la cual buscamos conectarnos con frecuencia a Facebook o Twitter y demás redes sociales; ya que al crear conexión, dispara la producción de la hormona del bienestar, la oxytocina, de la misma manera que si estuvieras interactuando directamente con tus seguidores.
¿Dónde obtenerla?
Enamórate, ten relaciones sexuales, da ocho abrazos al día --aún con extraños, date un masaje, ve una buena película de contenido emocional, canta, medita, reza, baila con tu pareja, comparte una aventura emocionante, sal a caminar con alguien, convive con tus amigos, da mucho amor y por último…conéctate a las redes sociales.