Toño aventó los zapatos en cuanto llegó a la playa y se echó a correr. Desde lejos se podía ver el gozo que emanaba todo su cuerpo como resultado de estar descalzo.
Los investigadores revelan que ese simple acto que los niños hacen de manera natural y disfrutan por instinto, tiene grandes beneficios para la salud. Le han dado el término de grounding en inglés, que podemos traducir como: conectar con o arraigarnos a la tierra.
Toño es un niño de 10 años, vive en el pequeño departamento de un edificio situado en una colonia inmersa en la plancha de concreto que es la Ciudad de México. Él y sus dos hermanos tienen muy poco contacto con la naturaleza. La escuela a la que asisten no tiene áreas verdes, sólo un gran patio de cemento al que salen a jugar durante el recreo.
Después de haber pasado diez días de vacaciones totalmente descalzo, Toño se resiste a encarcelar sus pies de nuevo dentro de los zapatos rígidos de la escuela. Experiencia que muchos adultos también hemos tenido. La naturaleza habla…
¿Qué es el grounding?
¿Hace cuánto no caminas descalzo sobre el pasto, la arena o la tierra? Te invito a retomar ese hábito de niño, porque puede ser una herramienta más para vivir mejor y más sanos. “Este novedoso descubrimiento tiene el potencial de cambiar vidas e inhibir enfermedades crónico degenerativas asociadas con la inflamación”, de acuerdo con el doctor Joseph Mercola, especialista en medicina familiar.
El concepto grounding fue acuñado por Clint Ober, experto en tecnología y electrónica, quien lo empezó a estudiar tras haber estado 28 días internado en un hospital por una enfermedad que casi lo llevó a la muerte. Tras el incidente, decidió vender su casa e irse a vivir al campo.
Ober sabía que en cualquier instalación eléctrica cuando los cables hacen una “conexión con la tierra” se eliminan interferencias. Entonces se propuso experimentar con el cuerpo humano para ver los resultados. Observó que la vida de las personas que vivimos en las grandes ciudades, suele estar totalmente separada y desconectada de la tierra. ¡Y lo consideramos normal!
“La superficie de la tierra es una batería. Y el cuerpo humano es un órgano eléctrico generador de electricidad. Es por esto que es tan importante hacer grounding para aprovechar la carga eléctrica de la tierra y su influencia positiva en nuestra salud”, comenta el doctor Gaetan Chevalier ingeniero físico, que explica que desde los años sesenta, con el auge del plástico, el ser humano perdió el contacto energético con la tierra debido, en parte, a las suelas sintéticas de los tenis y los zapatos. Eso ha provocado que viva bajo un tipo de estrés bioeléctrico.
Por otro lado, 90 por ciento de la población mundial vive en oficinas, casas, departamentos, centros comerciales, cines y demás, separada de la energía natural de la tierra. La teoría que hoy muchos estudios ratifican es que esto ha sido una de las causas de la proliferación de la inflamación crónica que antecede a muchas de las enfermedades que padece la sociedad hoy en día.
Beneficios de practicar grounding
Considera el estrés que los radicales libres producen cuando te expones a la contaminación, al cigarro, a los pesticidas, a los alimentos procesados y a la radiación, sólo por mencionar algunos. Estos elementos drenan tu cuerpo de electrones y causan inflamación.
La tierra siempre es rica en electrones, quitarse los zapatos y pisarla puede darte una carga abundante de electrones antioxidantes, como lo afirma el reconocido cardiólogo Stephen Sinatra:
Cuando estás en contacto con la tierra y la madre Tierra, dotada con electrones, estos literalmente se absorben a través de tus pies. Es como tener un puño de antioxidantes, pero que consigues a través de los pies.
Por otro lado, otra de las pioneras en el tema es la doctora Laura Koniver, quien un día, por accidente, se dio cuenta de que su bebita que lloraba con mucha frecuencia debido a los cólicos, se tranquilizaba cada vez que salía descalza con ella en brazos al jardín de su casa. Esto no sucedía cuando, por ejemplo, la ponía en la carriola o en el auto, pues entonces la niña seguía llorando.
Poco a poco la doctora Koniver, que no sabía nada sobre el grounding, se dio cuenta de que no se trataba de una coincidencia, pues aun cuando la niña se quedaba dormida profundamente en sus brazos, empezaba a llorar de nuevo al entrar a su casa.
Un día, una mentora colega le habló sobre “conectar con la tierra”, así que llegó a su casa y se puso a investigar. Se dio cuenta de que había toneladas de estudios que respaldaban la reacción natural de su bebé. Ahora ella se ha convertido en una de sus grandes promotoras y voceras.
Podemos concluir que a la lista de los pilares que, ya sabemos, apoyan la salud, hay que agregar un nuevo elemento: caminar descalzos sobre la tierra para hacer grounding. Está fácil, ¿no?