armonía=paz=tiempo | Gaby Vargas

armonía=paz=tiempo

Eran las seis de la mañana. Recuerdo perfectamente el lugar en donde sucedió. Fue una experiencia que duró segundos y aún así quedó grabada en mí para siempre.

Estaba sola y entré al aeropuerto de la ciudad de México para tomar un vuelo a alguna ciudad de la república por cuestiones de trabajo. Mientras me dirigía al mostrador para documentar, sorpresivamente tuve una sensación difícil de explicar. Fue como si un rayo de luz saliera de mi corazón y se conectara con el universo. Sentí una profunda armonía, plenitud, bienestar y paz conmigo misma, con los otros y con la existencia.

Esa fue la primera vez que la viví y fue una experiencia tan placentera, que desde entonces busqué experimentarla de nuevo. Si bien la vida nos regala sorpresivamente y de vez en cuando experiencias de éste tipo, por ejemplo al ver a nuestros hijos o nietos al jugar felices en el jardín; al recibir un abrazo largo y profundo del ser que más amamos; o al caminar placenteramente una mañana en contacto con la naturaleza, la podemos crear a voluntad.

Lo más cercano a la felicidad

Como en el pasado fui una persona adicta al trabajo y a la adrenalina, he sentido en carne propia varias de las consecuencias físicas del estrés; incluso en una ocasión hospitalizada a causa de ello. Puedo decir que conozco el sabor nada agradable de la falta de armonía interior. También sé que la armonía es inestable y que es algo que hay que trabajar todos los días. Es por esto que en los últimos años, me he dedicado a investigar a fondo el tema.

Ha pasado mucho tiempo desde ese día en el que pude atisbar que la sensación de armonía es la más cercana a la felicidad. Sin embargo hoy sé que esos segundos de armonía interior, esos regalos repentinos de la vida, como lo mencioné, los podemos reproducir a voluntad y en cualquier sitio.

 ¿Qué contribuye a sentirnos en paz y en armonía?

Me gusta el concepto que los sufíes tienen sobre esto, que me parece precioso. Para ellos, la razón primordial de la existencia es simplemente alcanzar la paz. No puede haber un dios en ti, si no estás en paz, nos dicen. Así de simple. Sin embargo ¿cómo conseguirla si sabemos que la vida busca nuestro desarrollo y por tal, nos presenta con diversos tipos de obstáculos a vencer?

Según los sufíes cuando nacimos, Dios nos insufló la paz y nos insufló el tiempo. Y si hay algo que los dioses tienen en abundancia, es éste recurso de la eternidad tan buscado por los humanos, quienes solemos vivir con el elemento que más destruye la paz: la prisa.

Entonces, lo que hace a un hombre sentirse en paz y tranquilo es, el tiempo. Tiempo para ti, tiempo para el amor, tiempo para la familia, tiempo para el trabajo, tiempo para divertirnos y tiempo para la pareja. Recordemos a Nietzsche quien decía que lo más erótico que puedes darle a una relación es tiempo. Y la única manera de alargar éste recurso, de sacarle el mejor provecho, es que al hacer lo que hagamos, estemos presentes.

Hagas lo que hagas, si lo haces con tiempo, lo haces mejor

Bien visto, la satisfacción de lo bien hecho es lo que nos hace vivir en paz con nosotros mismos. Y regreso a los sufíes quienes afirman que,  no importa si el resultado de aquello a lo que dedicaste tu tiempo es bueno o +malo, mejor o peor; lo importante es que sepas, en conciencia, que pusiste todo el corazón y diste lo mejor de ti.

Valorar el tiempo es despertar, es respetar, es apreciar esos minutos, horas o días que nunca vuelven.  Qué común es tener tiempo y  desperdiciarlo y no hacer con él nada que nos satisfaga. Sin embargo, con la actitud adecuada para nuestros propósitos y al aprovechar el tiempo de manera responsable,  encontramos que  la vida nos regala la oportunidad de sentirnos en paz. Esa es nuestra decisión.

Este concepto de paz de los sufíes es completamente diferente al que nos ha enseñado la tradición judeocristiana; porque en ella se puede dar la posibilidad que detrás de un hombre pacífico, se encuentre la apatía como esencia. En cambio en el sufismo no; se requiere ser pro activos, trabajar e invertir esfuerzo para que haya una satisfacción. Y es de esa satisfacción que surge el enamoramiento de uno mismo que nos lleva a amarnos, a estar satisfechos y, por ende, a sentirnos en paz.

Es un hecho que nadie puede vivir en paz si no está satisfecho consigo mismo. Quienes hemos probado el sabor amargo de la desarmonía interior, sabemos que la insatisfacción hace que la vida se convierta en anti-vida. Es así que en ese estado, todo lo que hagamos será un intento por encubrirla, por anestesiarla; y por ende, buscaremos el control, el poder y muy probablemente, causaremos daño al otro.

Podríamos concluir que la palabra “armonía” significa la actividad del amor. Y para vivir en ella, el amor a uno mismo es lo primero. Después, ese amor que deriva de sentirse satisfecho, de ser congruente, de haber dado lo mejor de ti. Y por último, ese valorar el tiempo al estar presentes en todo lo que realicemos, que se transforma en la tan anhelada paz.

 

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