Mi esposo y yo visitamos la exposición “Artistas y robots” en el Grand Palais de París y quedamos maravillados.
Los artistas contemporáneos cruzan la línea de la ciencia para investigar y explorar cómo nuestro cerebro absorbe el mundo con los cinco sentidos y cómo las máquinas, computadoras, cámaras y robots pueden absorber y plasmar el mundo para crear arte sin que intervenga la percepción –que altera la realidad– de un artista humano.
Una de las piezas consistía en una cámara que proyectaba en una pantalla la información que el cerebro absorbía del mundo. Cuando me coloqué frente a la cámara, que hacía el papel de los ojos humanos, en la pantalla sólo se reflejaban ondas y patrones energéticos de varios tonos –mi energía–, los cuales se movían y cambiaban de color de manera constante, hasta tomar, poco a poco, una forma parecida a mi silueta.
Para sorpresa mía, me enteré que los ojos no son las ventanas a través de las cuales vemos el mundo. En realidad son sensores electrónicos, cámaras que transmiten datos e imágenes. Es el cerebro el que convierte y complementa dicha información. Lo mismo sucede con los demás sentidos.
Lo que marca la diferencia
Lo que nuestros cinco sentidos absorben es energía pura. La forma de las cosas en sí queda afuera, la información básicamente es la misma y es impersonal. La gran diferencia es, por supuesto, la percepción subjetiva de cada una de las experiencias, la cual crea un impacto en nuestro estado de ánimo; eso me fascinó.
Lo que a algunos les provoca ansiedad, a otros les provoca risa. En qué convirtamos dicha energía depende mucho de las experiencias vividas en el pasado. La clave está en qué tan bien, o qué tan mal asimilamos la energía al momento en que entra en nuestro sistema.
Roberto Pérez, quien ha sido mi maestro desde hace muchos años, suele decir que la palabra “sabiduría” viene no de "saber" sino de "sabor": saborear distintas experiencias y saberlas digerir. Eso es lo que nos da la sabiduría, la expansión; cuando vivimos las experiencias aprendemos y crecemos. Si la experiencia es la mejor maestra, entonces no hay nada que iguale el aprendizaje que obtenemos al experimentar la vida con conciencia.
En su libro The Untethered Soul, Michael A. Singer dice que la energía puede pasar sin dejar impresión alguna; por ejemplo, cuando manejas y ves los árboles y los edificios al pasar. Si no te relacionas de manera personal con ellos, los procesas libremente. Pero si los patrones de energía que llegan a tu psique te perturban, se presenta una resistencia a ellos y, al hacer esto, la energía queda bloqueada.
Imagina que ves pasar un coche igual al de tu novia con dos siluetas abrazadas. Para la cámara de los ojos es otro auto más, sin embargo, para la del corazón y la mente la imagen no desaparece. Entonces, a partir de ese momento, dejarás de ver los árboles y el resto de los coches. Sólo pensarás y te obsesionarás al tratar de revivir los detalles. La energía se estancará.
Una vez que dicha energía se reprime permanece inactiva; puedes creer que ya la superaste, hasta que años más tarde vives una sensación parecida y la energía despierta.
Salimos de la exposición de artistas y robots con la confirmación de que en el arte y en la realidad hay mucho más de lo que la simple vista puede corroborar.