--¡Qué lindo, está siempre atento de mi! –comenta Sandra, quien tiene un mes de andar con Juan. --Es atento, caballeroso y siempre dispuesto a pasar tiempo conmigo. Desde que amanezco hasta que me duermo, me llama y me manda mensajes, incluso me tengo que bañar con el celular al lado. ¿No es lindo?
Lo que Sandra ignora es que un hombre inseguro recurre cual mago a sacar todos sus encantos para atrapar a su presa.
Se trata de un control freak, como le llama Trixia Valle en su libro Bullynovios, título que me parece muy atinado y que recomiendo toda joven lo lea.
Sandra como tantas otras niñas, no se da cuenta de que a cambio del baño de atención, ella tiene que contestar al momento todos sus mensajes –promedio de cien al día--, subir todas sus fotos a Facebook y no salir con nadie --sea hombre o mujer--, que no sea con él.
Además, si ella no responde de inmediato a sus exigencias, Juan explota como un volcán. Es por ello, que Sandra vive pidiendo perdón y suplicando otra oportunidad; se desvive para no hacerlo enojar, una vez que Juan le ha enlistado por horas tooooodo lo que él hace por ella. --¿Y tú qué haces Sandraaaaa? Le espeta, ¡Nada verdad? Eso es lo que te digo princesa, sólo quiero que esto funcione, palabras que le responde con actitud de santo.
Así la relación entra poco a poco en el reclamo constante, al minimizarla y hacerla sentir menos. Sus peroratas suelen rematar con la frase, “Y con todo eso yo sigo aquí, ehhhhh”. Sandra llega a creerse todas las descalificaciones por lo que llora y le pide perdón de manera constante.
En semanas, Juan pasa a agredirla en público y frente a todos sus amigos, cada vez que Sandra hace o comenta algo con lo que él no esta de acuerdo. Se levanta del lugar de manera brusca y le dice, --Mejor piensa las cosas…tú no me valoras…así que me voy.
--Noooooo… Sandra cae en pánico. Lo persigue, lo jala y lo acorrala, frente a las miradas atónitas de la gente.
Por si fuera poco, Juan la cela sin razón, le revisa el celular, redes sociales --incluido su inbox--. Y después de ensañarse y humillarla ante la menor sospecha, le dice “Sólo te quiero cuidar, porque hay muchos gandayas sueltos”. En cambio, él si coquetea abiertamente con cuanta mujer puede, deja huellas evidentes de haber estado con otra y se chatea constantemente con “quien sabe quien”. Ante la inseguridad y enojo de Sandra, quien lo cuestiona, ----No confías en mi! Juan reacciona violentamente y amenaza con dejarla para siempre.
Esta historia que te narro es un compendio --en mis palabras, de un caso real que Trixia plasma en su libro y que me alarmó leer. Mi intención es que otras jóvenes como Sandra, se enteren y conozcan los focos rojos que les advierte de una relación destructiva.
Bullynovios abre los ojos para darnos cuenta de que éste tipo de relación es una trampa de manipulación, de obsesión, de control, de codependencia, de violencia y de adicción a la relación, que suele caer en un círculo vicioso como el siguiente: Él maltrata, ella se harta y lo corta; él suplica, promete amarla y ella sede y perdona, para vivir una luna de miel temporal, que les hará creer que la relación así será siempre. Claro, antes de dos semanas inicia el nuevo ciclo nocivo.
Preocupa saber que el Instituto Mexicano de la Juventud, reportó en el 2012, que en el 50 por ciento de los noviazgos hay violencia y que en el 20 por ciento de ellos con golpes graves. Cabe aclarar que esta situación de víctima, la viven tanto hombres como mujeres, aunque en las últimas es mucho mayor.
Ojalá todas las niñas lo lean.