¿Vivir o consumirse?
Mateo, de dos años y con la energía de un niño feliz, brinca desde la orilla de la alberca y se sumerge en el agua una y mil veces. Se siente seguro y confiado gracias a los flotis que su mamá le colocó a regañadientes en los brazos. Al preparar su siguiente salto al agua, […]...
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