¿Cómo aumentar tu resiliencia?

“Vámonos por la cañada”, me dijo Pablo, mi esposo, ese domingo en la mañana que fuimos a andar en bicicleta en el campo. De inmediato sentí el miedo que me había ocasionado hacer ese recorrido hace un año, cuando intenté bajarla sola. Pendientes, lodo, piedras, raíces de árboles que atraviesan el angosto camino, en el que tienes de un lado la montaña y del otro el precipicio.

Pablo me convenció después de que le expresé mi sentir. «Ni modo –me dije–, a ver qué sucede.» Si bien nos encontramos con todos los obstáculos anteriores, para mi sorpresa bajé la cañada con mucha más facilidad que antes. Pienso que por una parte fue la compañía de Pablo, que me dio seguridad, y, por otra, quizá la experiencia de transitar por caminos similares –aunque no tan difíciles–, casi todos los fines de semana, en los que practico lo que más me gusta: andar en bici en compañía de mis perros.