Te dispones a hacer un cheque y te das cuenta de que no tienes la menor idea del número de día que es. Es más, no estás totalmente seguro del día de la semana en el que vives ¿es martes o miércoles? Incluso dudas hasta del mes en el que te encuentras ¿Ya estamos en julio? Y si le rascas tantito, hasta el número del año lo tienes que pensar dos veces. ¿Te ha pasado?
Cada año te parece más corto que el anterior. El fin de semana se te pasa de volada y de pronto ya es lunes otra vez. Sientes que los días, los meses y los años pasan como agua entre los dedos. ¿Ya terminó el ciclo escolar tan pronto?
Pasas la semana tan ocupado que pareciera que estas dentro de un trance hipnótico, sometido a prisas, a rutinas y a conductas mecanizadas para llegar en la noche a desplomarte en la cama. Las preocupaciones de trabajo o financieras te impiden disfrutar del crecimiento de tus hijos o te aísla de comprobar por qué sigues enamorado de tu pareja.
Un día te das cuenta de que no has checado tarjeta contigo mismo desde hace mucho tiempo. Ya no sabes bien a bien qué es lo que en realidad deseas, lo que en realidad sientes, ni lo que en realidad piensas.
No estás solo
Esto que te pasa, nos pasa a la mayoría de las personas cuando no estamos conscientes y despiertos. Y el resultado es un vacío, una insatisfacción soterrada que se va reflejar en el trabajo, en la familia, en nuestras relaciones y finalmente en nuestra autoestima. Además, cuando vivimos desconectados, solemos comer más de lo necesario; disfrutamos el primer bocado para después seguir consumiendo de manera mecánica y sin conciencia.
Hay remedio y el remedio es sencillo y a la vez un reto: poner atención. El despertar llega cuando pones atención y te escuchas a ti mismo. Cuando dejas de orientar los reflectores en el afuera y los diriges al interior para conectar con tu corazón, quien siempre sabe lo que te conviene y lo que es mejor para ti. Asimismo, quitarle el control al cerebro, quien tiene un huésped muy dominante: el ego, quien a la vez teme enfrentarse con lo que puedas encontrar o con lo que puedas sentir. Por tal razón te llenará la cabeza con interrogantes que suelen comenzar con un, “Y qué tal si…” y se asegura así de seguir capitaneando tu vida.
Contacta con tu interior
Contacta con tu interior; tómate unos minutos al día en el momento en que más te acomode, por la mañana al despertar, antes de dormirte por la noche o quizá durante tu ejercicio o práctica de yoga. Puedes hacerlo a través de la respiración profunda, lenta y consciente; o bien al cerrar los ojos y meditar unos minutos. Por breve que sea, si lo haces diario, te hará sentir más centrado y enfocado. Elige algo que disfrutes, sólo ten en mente que la práctica es la recompensa. No lo hagas pensando que algún día te vas a sentir bien. El hecho de contactar con tu interior es lo que hace que en el momento te sientas bien y tu vida se vuelva más equilibrada. Algunas prácticas que te ayudan a lo anterior son las siguientes:
Una intención. – Por la mañana, siembra una intención como –estar más presente, ser más paciente, convivir más tiempo con la familia y demás. Al hacerlo, ayuda a acomodar el caos interno que en la mente suele haber. En especial ayuda a incluir a la lista de “cosas por hacer”, un elemento que nos guíe en el “cómo ser”. ¿Por qué no afirmar la intención de ser más felices ese día y así, hacer más felices a quienes viven a nuestro alrededor? Pues esto no llega solo, es necesario crear la intención a conciencia. Decidir ser felices a voluntad independientemente de lo que la vida nos presente.
10 bendiciones. – Este es un ejercicio que aprendí del doctor Robert Holden, quien fue mi maestro por mucho tiempo y que en realidad te hace ser consciente de lo que sí tienes, de la cantidad de regalos que la vida a manos llenas te envía. Se trata de reflexionar sobre 10 bendiciones que hayas tenido en esta última semana. Una bendición se refiere a cualquier cosa que hayas disfrutado, por la que te sientas agradecido, un momento hermoso, algo que hayas recibido o bien algo que te haya hecho sonreír.
Si hacemos números, 10 bendiciones en siete días significa una cada 16.8 horas de tu vida. ¿Está fácil no? si acaso te cuesta trabajo encontrarlas, por lo menos te despertará a darte cuenta de qué tan dormido pasas por tu existencia.
La primera vez que hice este ejercicio, me di cuenta de que ni siquiera me acordaba lo que había hecho el día anterior. “10 bendiciones” en una semana, era casi imposible completar. ¿Qué hice, dónde estaba, con quién estuve? Finalmente, cuando te relajas empiezas a sumar uno a otro esos pequeños instantes, detalles que en su momento pasaron desapercibidos. Conversaciones nutritivas, buenas noticias, cumpleaños, tiempo de familia, encuentro con los amigos, un gran libro, las estrellas o los pajaritos. Todas son bendiciones que viven dormidas hasta que las despertamos con nuestra atención. Te invito a intentarlo…verás que vale la pena.