¿Qué harías para ganar dinero si sólo tuvieras 5 dólares —equivalentes a 65 pesos mexicanos— y dos horas?, fue el reto que la profesora Tina Seeling, quien imparte el curso “Innovación y empresa” en la Universidad de Stanford, le dio a su grupo de alumnos divididos en 14 equipos.
“Una vez entregado el sobre con los cinco dólares de capital tienen tres días para planearlo, dos horas para multiplicar su inversión al máximo y tres minutos para exponer los resultados ante el salón,” fueron las instrucciones.
Cómo me hubiera gustado tener una maestra como Seeling, y que todos los mexicanos tuviéramos la oportunidad de asistir a sus cursos.
Te reto, querido lector, lectora, a que eches a volar la imaginación y te preguntes: “¿Y yo cómo multiplicaría ese dinero? Es un buen tema para estimular la creatividad y la conversación entre hijos, amigos o familia. Pero, ¿te quieres sorprender? Los equipos ganadores nunca usaron los cinco dólares, entendieron que en realidad no eran nada. Mejor se plantearon de qué manera empezar un negocio desde cero. Recurrieron a sus talentos y a su creatividad. El equipo ganador regresó 650 dólares y el promedio del resto lo multiplicó ¡en 4 mil por ciento!
¿Qué hicieron? De todo. Unos lavaron coches, inflaron llantas para las bicicletas de los estudiantes por un dólar, se rentaron como cargadores, diseñaron camisetas, vendieron paraguas, limonadas, en fin; pero pronto se dieron cuenta que si lo hacían gratis los clientes correspondían mejor con un donativo, por lo que su ingreso aumentó enormemente.
Cada proyecto regresó algunos cientos de dólares, lo cual impresionó a sus compañeros. Sin embargo, la creatividad del equipo ganador me pareció genial. Los estudiantes llegaron a la conclusión de que su mayor valor no era el dinero, tampoco las dos horas. En cambio sí lo eran los tres minutos de presentación que tendrían ante la clase. Así que decidieron venderle ese tiempo a una compañía que buscaba reclutar estudiantes. El equipo creó un comercial para esa compañía y aprovechó su espacio para mostrarlo a sus compañeros. Simplemente, brillante. Reconocieron y explotaron un valor del que ningún otro equipo se percató.
Eso es precisamente lo que la profesora Seeling quería enseñarles: cómo tener una mente emprendedora y ver las cosas con ojos nuevos para identificar las oportunidades en su propio territorio.
En su libro What I wish I knew when I was 20 comparte con sus lectores algunos de sus sabios aprendizajes sobre cómo transitar del mundo académico al profesional. Con respecto al ejercicio anterior ella comenta:
- Las oportunidades abundan. En cualquier lugar puedes voltear a ver e identificar problemas por resolver, así que “entre más grande el problema, mayor la oportunidad. Nadie te pagará por solucionar un no-problema”.
- Sin importar el tamaño del reto, siempre habrá formas creativas y a tu disposición para resolverlo. La mayoría de las personas aborda los problemas como si no tuvieran solución, con lo que no se ven las soluciones creativas que esperan ser vistas justo frente a nuestras narices.
- Por lo general nuestra visión es muy limitada. Al observar el reto a distancia, las cosas se aclaran y puedes darte cuenta que hay un mundo de oportunidades.
“Después de lo que hoy aprendí, nunca tendré un pretexto para quebrar o para que me vaya mal, pues siempre hay un problema cerca que ruega por ser resuelto.” Esto le dijo un alumno a la profesora Seeling.
Además de sus valiosas enseñanzas, Tina Seeling enseña a vivir una vida personal y empresarial con pasión, que finalmente es lo importante.
Cómo me hubiera gustado tener a una maestra como ella…