Me apena confesarlo, pero es verdad: mi tiempo de lectura por las noches se ha reducido.
A pesar de que me fascina leer, de que soy consciente del bien que me hace, de que me gusta aprender cosas nuevas y entrar a mundos imaginarios y bien narrados, la tentación de revisar las redes sociales me captura como una adicción. Ignoro en qué momento me convertí en una i-dependiente, ¡no lo sé! Por lo que me puse a investigar.
Sin tratar de justificarme, esto que experimento se ha convertido en una epidemia global, en especial dentro de la generación de los millennials.
“El sonido, el zumbido o el flash de luz que se prende en el teléfono son estímulos. Lo que sucede al recibir correos electrónicos, aplicaciones, mensajes en WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram, Linkedln o Google, los cuales te informan al momento de todo lo que sucede en el mundo y a tu alrededor, es que se activa el sistema de recompensa del cerebro”, comenta David Strayer, profesor de psicología de la Universidad de Utah, en la revista Mindfulness de Time.
Además, el cerebro se acostumbra a revisar el dispositivo de manera automática cada cinco minutos, por lo que concentrarnos en una tarea específica nos cuesta trabajo. ¿Te imaginas el impacto que este hábito tiene en nuestra creatividad, desempeño y capacidad de pensar de manera profunda? Los expertos llaman a esa compulsión “síndrome del texto fantasma”. Crees que escuchas una alerta o que un texto llega a tu teléfono móvil, pero no hay nada… Mientras tanto, ya te distrajiste.
Aunque este síndrome puede afectar a los adultos, los que más lo padecen son los jóvenes menores de 20 años. Y los estudios muestran que el cerebro tarda entre 15 y 25 minutos en retomar la concentración en lo que hacía antes de contestar el correo o el chat. Si bien esto es irrelevante si realizas una tarea como acomodar un cajón o cocinar, cobra importancia cuando se trata de resolver algo complejo.
Me pregunto si Leonardo da Vinci, Nikola Tesla o Albert Einstein hubieran podido crear, inventar o hacer grandes descubrimientos si hubieran tenido el nivel de distracciones que tenemos hoy las 24 horas del día.
Costo de cambio
Ahora bien, si te consideras una persona experta en hacer varias cosas a la vez sin dejar de revisar y estar al día en tu celular, te platico que el profesor de neurociencias Earl Miller, del mit, afirma: “Cada vez que cambias tu enfoque de una cosa a otra, hay algo que se llama 'costo de cambio', ni el cerebro con práctica se vuelve más eficiente en este tipo de 'media-multitasking'”.
¿Cuánto tiempo pasas inmerso en los electrónicos, lo has pensado? Los análisis dicen que los estadounidenses pasan en promedio 1.4 horas al día conectados a redes sociales y revisan su celular cerca de 46 veces diariamente. Imagino que en nuestro país las cifras son similares.
Entonces, ¿cuál es la cura? Según Strayer y su equipo:
Pasar más tiempo en la naturaleza puede contrarrestar los efectos del drenaje de energía ocasionado por estar “conectados” mucho tiempo a la tecnología.
Meditar y procurar el silencio pueden reforzar nuestra capacidad de enfoque.
Poner los dispositivos en modo de silencio y programar los mensajes y correos para que lleguen sólo cada 30 minutos ayuda a usarlos de manera inteligente y no ser “esclavos” de ellos.
Hacer una “desintoxicación digital” y apagar los dispositivos 24 horas durante el fin de semana.
Y… darte un manazo cuando, por las noches, te caches estirando el brazo para tomar el celular mientras tienes abierto un libro interesante. Eso es lo que estoy haciendo.