Ese atardecer de vacaciones el cielo nos regaló uno de sus mejores vestidos, con una multiplicidad de colores que reflejaban su esplendor sobre el mar. En familia observamos esa belleza agradecidos de estar juntos y sanos. Cuando volteé a ver a Mateo, de ocho años, me di cuenta de que percibía la magia del momento y se le salían unas lágrimas. Me sorprendió que a su corta edad tuviera esa sensibilidad y lo abracé en silencio. “Son tears of joy Gaby», me dijo con esa expresión en inglés –dado que nació y vive en Los Angéles.
Las lágrimas de Mateo sustituyen lo que no puede, incluso los adultos no podemos, expresar con palabras. Me hizo pensar en las veces, pocas de hecho, en que he llorado esas tears of joy y con seguridad puedo decir que han sido los momentos más felices de mi vida: el nacimiento de mis hijos, reconciliaciones con mi esposo, momentos de conciencia y plenitud en la naturaleza, al escuchar música que me sublima, en fin.
¿Conoces los tres tipos de lágrimas?
