credibilidad vibracional | Gaby Vargas

credibilidad vibracional

Hace algunos años decidimos ir en familia –incluidos abuelos y nietos de todas las edades– a ver a las ballenas grises al Mar de Cortés, en La Paz, Baja California. Era la temporada en que llegan a esa zona. En Internet encontramos un “hotelito ecológico” cuyas fotografías de los cuartos y un restaurancito, se veían muy acogedoras y convenientes. Una tarde, el grupo de 15 personas cansadas pero muy ilusionadas, llegamos dispuestas a iniciar nuestra aventura.

 

—¿Aquí es? —preguntamos al taxista, un poco incrédulos de lo que veíamos.

—Sí —respondió—, ya llegamos a su hotel.

—¿Queeé?

 

Nada era como prometían las fotografías que el sitio web del lugar ofrecía. Descendimos de los taxis con todo y maletas, con la esperanza de que hubiera alguna equivocación. Pues no: era nuestro hotel. Los dueños abusaron de la palabra “ecológico”, para justificar la falta de aseo y no cubrir los mínimos estándares de hotelería.

 

¿Alguna vez te ha pasado, querido lector y querida lectora, algo similar? Es decir, que te prometan algo y a la hora de la hora recibas una cosa por completo diferente. Por ejemplo, ordenas un platillo y te traen otro, compras boletos para una película de niños y resulta de terror. Vivir este tipo de incoherencias suele ser muy molesto y desconcertante.

 

¿Qué tal que te dijera que cada uno de nosotros puede ser como ese anuncio de Internet? “Anunciamos” cierto mensaje vibracional, a la espera de que alguien interactúe con nosotros, nos contrate o nos ame y llegue a nuestro “hotelito ecológico”, pero lo que al final damos es otra cosa. Es decir, nos presentamos de una manera, no obstante, la gente experimenta con nosotros condiciones totalmente diferentes.

 

Sorpresas inimaginadas

 

Por otro lado, ¿cuántas veces se han visto rupturas en parejas que deciden casarse o vivir juntas después de poco tiempo de haberse conocido? El “hotelito” de su personalidad se ve precioso en el panfleto; sin embargo, cuando intentan compartir la vida y conviven a diario, es cuando se conocen de verdad y resulta que encuentran sorpresas inimaginadas. Es decir, una, la otra o ambas personas enviaron mensajes vibracionales mixtos. Anunciaron una cosa y, consciente o inconscientemente, dieron otra, más auténtica.

 

Esto no sólo lo padecen las parejas, cualquiera puede enviar mensajes mixtos, por ejemplo, cuando:

 

  • Por fuera tratamos de aparentar estar en control y por dentro sentimos morirnos de nervios.
  • Dibujamos una sonrisa en la cara y halagamos al otro, cuando por dentro lo juzgamos y criticamos.
  • Por fuera aparentamos ser una persona segura, independiente, lejana, pero por dentro, nos sentimos inseguros, frágiles y necesitados del otro.

 

También los mensajes mixtos suceden al revés:

 

  • Por dentro somos personas cálidas y bondadosas, pero proyectamos un aspecto frío y calculador.
  • Para aparentar ser más cercano, nos presentamos como inseguros y frágiles, cuando en realidad somos personas inteligentes, sabias y poderosas.

 

La realidad es que la energía que emana de una persona, por más que lo intente, no se puede esconder, disimular o manipular. La disonancia energética entre la máscara que porta y la que las demás perciben se siente como algo que no “cuadra”. Aunque no se sepa bien a bien qué a qué se debe esa vibración, crea tensión tanto en la persona como en quienes están a su alrededor, lo cual conduce a rechazo y negativas.

 

Imagina cuán importante es la “coherencia vibracional” en los momentos trascendentales de la vida: al hacer nuevos amigos, conquistar a alguien, pedir un préstamo al banco, o bien, solicitar un empleo.

 

Para tener credibilidad energética, lo importante es ser auténticos y congruentes en lo que sentimos, pensamos, decimos y actuamos. ¿Se requiere valor? Sin duda.

 

 

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