Escuchas las historias de otros como si sucedieran en mundos ajenos al tuyo, pero pronto te das cuenta de que también rozan o tocan tu existencia.
Fernanda cuenta que la vida de su amiga de 26 años comenzó a ser una pesadilla a partir del momento en que aceptó en el chat de Facebook la solicitud de amistad de una “amiga” que decía conocerla. Todo terminó en una violación.
Resulta que la “amiga”, que en realidad era un hombre, logró ganarse la confianza de la víctima y sacarle su número de teléfono mediante trampas y engaños.
Decía llamarse Montse, ser española y trabajar en Televisa como reclutadora de modelos para pasarela (el sueño de toda niña), y argüía haberla conocido en una fiesta a la que, en efecto, la víctima había asistido. Después de unos días y cientos de mensajes, Montse la invitó con mucha insistencia a tomar un café. La víctima declinó y la bloqueó de su chat.
En abril de 2014, fue a un antro con unas amigas y como a la 1:00 a.m. un señor se le acercó con familiaridad, la abrazó y la llamó por su nombre. Al ver la cara de extrañamiento de ella, él le dijo que era cuñado de Montse, pero ella lo ignoró. Poco más tarde, regresó para invitarle a ella y a sus amigas unos tragos.
Para hacerte la historia breve, querido lector, él le puso algo en su bebida, lo que hizo que se sintiera mal y con el pretexto de ayudarla a salir a tomar un poco de aire, la metió en el coche y la violó.
Esta historia, que se hizo famosa en redes sociales, la escuché un poco intrigada y un poco incrédula en una reunión. Lo que no me esperaba es que, al día siguiente, en una comida con mi familia, mi sobrina nos enseñara en su chat de Facebook el mismo patrón de seducción enviado por una “amiga” que decía conocerla. Reproduzco la conversación a continuación, con el fin de que alertes a las jóvenes cercanas que tengas sobre lo fácil que es caer en manos de criminales.
—¿Hola Sofía, como estás? Soy Montse, la organizadora de los eventos de Polanquito, ¿me ubicas?
¿Vas a mis desfiles de Vuitton y Carolina Herrera? Son el 16 y 17 abril. ¿Gustas ir? Serán en el W de Polanco.
—Perdón, ¡pero no te ubico! ¿Quién eres?
—Montse, la organizadora de los eventos.
—¡La verdad no! ¿Pero de dónde me conoces?
¡Me encantaría ir!
—De Polanquito, de Brassi.
Puedes invitar a dos personas y regalaremos una cartera de Carolina Herrera a cada asistente, ¿gustas?
Te llamaría Paty Mendoza, mi asistente, para confirmarte y que le digas con quién irías, porque la invitación y la cartera son personalizadas. Si no me recuerdas no quiero molestarte. Mi número es 5539698324. Agrégame ¿sí? ¿O cuál es el tuyo?, para que Paty te confirme.
—¡Sí me gustaría ir! Pero te agradecería si me recuerdas cuándo y cómo te conocí.
—Un día en Brassi yo estaba con unas amigas de Televisa… créeme que no quiero molestarte, no soy una naca, solo quería invitarte por que quiero niñas bien y la mejor gente. Please créeme que sí me conoces, es más, ese día hasta platicamos de mil cosas, entre ellas, que te iba a presentar a mi mejor amigo, yo te conté que hice varias telenovelas en Televisa.
—¡Puras mentiras! ¡Nunca te conocí!
—Obvio sí me conociste, no tengo por que mentirte, por algo te estoy invitando a mis eventos, no entiendo por qué dices eso.
—Muchas gracias Montse, pero ve a jugar a otro lado.
—Ya relax, le gustas a un amigo mío, por eso te invito.
—Jajaja, no me interesa muchas gracias.
—Tú eres soltera porque lo sé. Ven y te cuento todo, dame tu whats y te puedo presentar al hombre de tu vida, créeme te enamorarías, confía en mí.
—Bye.
El anonimato utiliza su mejor disfraz para atrapar al más frágil e inseguro de las presas: el ego.