Cuando los reptiles como la lagartija o las serpientes crecen cambian por completo de piel, para que ésta se ajuste a su nuevo tamaño y no queden atrapados en ella y mueran. Con su ejemplo, la naturaleza nos da una lección. En esta época de cambios sin precedentes, cuánto bien nos haría renovarnos y adaptarnos a nuestra nueva vida.
Una de las máximas de Darwin es: “La especie que sobrevive no es la más fuerte ni la más inteligente, sino la que responde mejor al cambio”. Vemos que los éxitos y los logros –el bienestar emocional, mental, físico y espiritual–dependen de lo bien que nos adaptemos a los accidentes del camino. La pregunta obligada sería: ¿Cómo los afrontamos?
De acuerdo con algunos estudios, las personas nos ajustamos al cambio en una secuencia de siete fases predecibles. Te invito a identificar en qué etapa de adaptación te encuentras.
Las fases del cambio:
1.-La pérdida. En esta fase, sentimos un hueco en el estómago por la sensación de que lo que fue ya no será. Todavía no sabemos si el cambio será para bien o para mal. Nos sentimos impotentes, amenazados, paralizados, con mucha incertidumbre. Solemos pronunciar frases como: “¿Qué he hecho para merecer esto?”, “¿por qué a mi?”, “no es justo” y demás.
2.-La duda. En este periodo, estamos resentidos y dudamos de los hechos, luchamos por encontrar información que valide el cambio y nos resistimos a él. Podemos ser agresivos, acusar a otros y sentir un gran enojo. Las frases comunes son: “Esto no tiene sentido”, “¿qué culpa tengo yo de esto?”.
3.-La incomodidad. En esta etapa sentimos ansiedad, temor y confusión. Nos volvemos improductivos mientras el cerebro organiza, categoriza y encuentra las palabras que definan el cambio. Estamos preocupados, irritables, más lentos, desorganizados, le damos vueltas a las cosas y nos aislamos. Tendemos a decir: “Estoy agotado”, “cuánto sufro”, “cualquier cosa es mejor que esto”, por dar ejemplos.
4.-La zona de peligro. Es cuando sentimos una gran tentación de darnos por vencidos. Llegamos al punto clave para elegir entre pasar a la siguiente etapa y descubrir las oportunidades que el cambio ofrece o bien permitir que el miedo o el dolor nos devore y regrese a la etapa uno. Las frases comunes son: “Tanto esfuerzo para esto”, “no sirvo para nada”.
5.-El descubrimiento. Esta fase representa la luz al fondo del túnel.
Por fin podemos ver las opciones y posibilidades que se presentan. Estamos optimistas, nos sentimos creativos, energéticos y complacientes. Las frases en esta etapa son: “Puede que no sea tan malo”, “Tal vez fue lo mejor”, “veo una oportunidad”.
6.-La comprensión. Aquí confiamos en el cambio y nos involucramos en él. Nos volvemos productivos. Nos enfocamos en los beneficios y estamos abiertos a las sugerencias. Somos cooperadores, prácticos y justos. Las frases son: “Me siento muy bien”, “ahora me doy cuenta de que el cambio era necesario”, “sé lo que tengo que hacer”.
7.-La integración. Aquí ya hemos integrado los retos y las victorias a nuestra vida. Nos ofrecemos a ayudar y asesorar a los demás, somos generosos, estamos abiertos a lo que el futuro nos depare, tomamos el cambio como parte de nuestra madurez y crecimiento. Nos decimos palabras como: “He crecido mucho con esta experiencia”, “A pesar de todo, he aprendido mucho”, “me siento en paz”.
Algunos hemos pasado por esas etapas, unos más rápido, otros más lento. Lo cierto es que como dice el proverbio árabe: “Si necesitas una mano que te ayude, encontrarás una al final de tu propio brazo”.