El escultor coloca piedras, de todos tamaños y formas, una sobre otra, hasta formar una especie de torre cuyo equilibrio se antoja imposible a simple vista.
La habilidad de este artista oriental para encontrar el punto de equilibrio en sus esculturas efímeras es asombrosa. Al verlo pensé en lo mucho que esa frágil estabilidad se parece a la salud de nuestro cuerpo: no puedes quitar una piedra sin que se caiga la torre completa.
Todos conocemos personas que pueden palomear la lista completa de lo que es portarse “bien”: comen verduras, hacen ejercicio, limitan la carne roja y el azúcar, duermen lo necesario y son todo lo kosher que se puede ser. Uno supondría que con ese estilo de vida son más sanas, más productivas, más exitosas y que viven más tiempo, ¿cierto?
Pues resulta que no siempre lo anterior es verdad. Hay personas que hacen todo lo contrario, comen lo que para los “sanos” sería impensable, no mueven un dedo, toman cerveza como agua y viven más sanos que los “saludables”. ¿A qué se debe?
Esa cuestión es la que la doctora la Lissa Rankin examinó después de que se le presentara una y otra vez en su consulta clínica. Los pacientes salen con una receta en mano sin haber encontrado la raíz del problema. “Me sigo sintiendo mal”, es la frase con la que se quejan con frecuencia después de que sus análisis clínicos resultan dentro de la norma. La fatiga, los dolores o las molestias gastrointestinales persisten.
Rankin estaba segura de que había algo que la medicina tradicional no estaba contemplando. Los análisis son sólo una parte del todo. Se dio cuenta también de que los pacientes terminan por confiar en el remedio exterior para curar sus males de manera aislada. Por ello se dedicó a estudiar todas las posibilidades de medicina alternativa. Se preparó con lecturas y estudio durante muchos años y publicó su teoría en un libro llamado Mind over Medicine: Scientific Proof That You Can Heal Yourself.
En lugar de enfocarse exclusivamente en la historia clínica y los métodos tradicionales, indagaba a fondo la vida personal de sus pacientes con preguntas como: "¿Qué te gusta de ti mismo, qué falta en tu vida, qué aprecias de ella, tienes una relación romántica, tu trabajo te satisface?, entre otras.
Las respuestas le daban más información que los análisis clínicos.
Estaban enfermos no por malos genes, malos hábitos o mala suerte, sino porque se sentían solos, miserables en sus relaciones, estresados en el trabajo o financieramente, o bien, estaban profundamente deprimidos.
En cambio, los pacientes que olvidaban tomar sus vitaminas, rara vez se ejercitaban y gozaban de una salud plena, revelaban en sus respuestas estar rodeados de amor, conectados espiritualmente, poder expresarse de manera creativa y tener un trabajo que les divertía. ¡Claro!, ahí radica la verdadera diferencia.
A continuación lo que ella recomienda para tener una salud en equilibrio:
1. Relaciones personales sanas, que incluyan una red fuerte con la familia, la pareja, los amigos y los colegas.
2. Una manera sana y significativa de pasar tus días.
3. Una vida creativa, espiritual y sexual plenas; así como una vida financiera que permita cubrir las necesidades básicas.
4. Una vida mental y emocional que se caracterice por el optimismo y la felicidad; libre de temores, ansiedad y depresión.
5. Un estilo de vida que apoye la salud física del cuerpo con buena nutrición, ejercicio regular y sueño adecuado y que evite las adicciones.
6. Un entorno que esté libre de toxinas, radiación o peligros de desastres naturales.
Lo dicho: el cuerpo es sólo es un espejo de nuestra vida.