“En la vida hay frustraciones. La pregunta no es cómo escapar de ellas, sino cómo encararlas en forma positiva.” El arzobispo Desmond Tutu piensa unos segundos antes de responder, durante el encuentro en la ciudad de Dharamsala en India con el Dalai Lama para investigar y compartirnos la manera en que ambos han podido encontrar el gozo, a pesar del sufrimiento y la violencia vivida.
La pregunta de Douglas Abrams es válida en cualquier momento de nuestra historia, en especial durante esta pandemia. Algunas lecturas, no cabe duda, son un recurso que ofrece respuestas o dan sentido a aquello que vivimos. En ellas encontramos sabiduría, visión o paz para ayudarnos a sobrellevar distintas situaciones.
El libro The Book of Joy que narra la semana del encuentro es el caso. Reviso mi librero y noto que lleva varios meses acomodado en la repisa, gracias a un buen amigo que me lo regaló. Confieso que antes no había tenido la curiosidad de abrirlo, hasta que el libro “me pidió” que lo leyera. No lo suelto y lo subrayo en su mayoría.
“Nada hermoso sucede sin una dosis de sufrimiento, frustración o dolor; esa es la naturaleza de las cosas. Así es nuestro universo –responde el arzobispo y agrega:– Piensa en una madre que dará a luz. La mayoría huimos del dolor. Pero las madres saben que experimentarán el gran dolor de dar a luz y lo aceptan. Después del parto no puedes medir el gozo de esa mamá. Es una de esas cosas increíbles del gozo, que puede sobrevenir con rapidez del sufrimiento.”
“De una manera paradójica –continúa el arzobispo–, la forma en que encaramos las cosas que parecen negativas en nuestra vida determina el tipo de persona en que nos convertimos. Si vemos cualquier cosa como frustrante, nos volveremos agrios, apretados y estaremos enojados con deseos de destruir todo.”
El Dalai Lama interviene para confirmar la verdad de lo que el arzobispo dice y agrega: “Siempre mantén una mente alegre. (…) contempla que, mientras te enfoques en tu propia importancia y en lo bien o mal que haces las cosas experimentarás sufrimiento. La obsesión en obtener lo que deseas y en evitar lo que no quieres no brinda felicidad. Pensar demasiado en uno mismo es la fuente del sufrimiento. Incluso un estudio de la Universidad de Columbia afirma que “Las personas que utilizan con frecuencia los pronombres: yo, mi, me, mío, tienen una muy alta probabilidad de sufrir un infarto”. En cambio, ocuparse de manera compasiva de otros es fuente de felicidad”.
Entonces, ¿cómo cultivar el gozo como una manera de ser y no como un sentimiento temporal? El Dalai Lama básicamente plantea que el gozo es nuestra esencia y de alguna manera el deseo por redescubrirlo no es más que un deseo por regresar a nuestro estado original. Cuando hablamos de experimentar felicidad hay que saber que hay de dos tipos. La primera proviene de disfrutar por medio de los sentidos, como en los casos de la música, la comida o el sexo; mientras la comida sea buena y la música dure sentiremos felicidad. Esa es la trampa en la que cae la mayoría. Pero también podemos experimentar gozo en niveles más profundos, gracias a la mente, el amor, la compasión o la generosidad. Mientras los momentos de felicidad son pasajeros y breves, el gozo es mucho más duradero y verdadero, lo puedes mantener hasta por 24 horas.
“Un creyente desarrolla estos niveles de gozo por medio de su fe en Dios, lo que le da fortaleza y paz interior. Para un no creyente como yo, debemos desarrollar este gozo con el entrenamiento de la mente. Cuando este tipo de gozo surge del interior, los placeres de los sentidos se vuelven secundarios.”
Ante la imposibilidad de narrarte todo el libro, querido lector, lectora, te invito a leerlo.