Si alguna vez has amado de verdad, entonces sabes lo que es sentir, aunque sea por un instante, cómo tu alma se asoma a la eternidad, sonríe a sus anchas, se ilumina, se eleva y se funde con algo más grande. Es el misterio de sentir un gozo pleno que toma todos sus sentidos y, al mismo tiempo, te conecta con tu propia esencia.
Beethoven decía que la música es la tierra electrizada en la cual el espíritu vive, piensa e inventa. Es impresionante el gran efecto que tiene la música sobre nosotros, los seres humanos.
Hay veces que la expresión más amorosa y elocuente es el silencio, pero le sigue la música. La música abre puertas interiores, se apodera de tu alma, tiene el prodigio de llevarte de la mano hacia la luz, hacia el amor infinito. Ayuda a la creatividad, a la expresión personal, facilita el aprendizaje e incide directamente en nuestra vida personal.
Además, tiene la habilidad de “embarcar” los ritmos del cuerpo y de la mente. En física, este termino explica por qué los objetos que oscilan en diferentes frecuencias, al colocarlos uno junto al otro, comienzan a vibrar al mismo ritmo. Las investigaciones han descubierto que las personas se “embarcan” con las vibraciones y los ritmos musicales que escuchan. Esto explica su poder.
Escuchar la música adecuada no sólo mejora la instrucción y el desempeño, sino que crea el ambiente ideal para retener y hacer más relevante, dinámico y divertido lo que aprendes.
¿Cómo afectan las ondas en el cerebro?
Cualquier pensamiento, consciente o inconsciente, es producto de una acción electroquímica que provoca ondas eléctricas en el cerebro. La velocidad e intensidad de estas ondas determinan los niveles de tus habilidades mentales. La ciencia ha clasificado cuatro niveles:
Ondas beta. Vibran de manera rápida y crean un estado de alerta que te permite realizar todas las tus actividades diarias. Estás en esta onda cuando platicas, resuelves problemas o tienes un diálogo interior.
Ondas alfa. Su vibración es mucho más lenta por lo que crean un estado de relajación y quietud. Aunque alerta, no estás consciente de tus pensamientos y quizá sueñes despierto. Es cuando se te ocurren las ideas, las soluciones que de pronto brincan inesperadamente en el cerebro. Este estado subconsciente es muy efectivo para absorber información, ya que hay un alto grado de retención en la memoria.
Ondas teta. Cuando éstas vibran de manera lenta, te introducen en el sueño, dormitas. Es un estado de “duermevela”, donde estás casi despierto y casi dormido, el cerebro puede ser muy creativo también.
Ondas delta. Éstas se emiten cuando el sueño es profundo y las ondas del cerebro oscilan muy despacio. Tu cuerpo está totalmente relajado y la mayoría de los sistemas físicos disminuyen su ritmo también.
La música tiene la capacidad de introducirte en un estado donde predomine cualquier de estas ondas.
El doctor Georgi Lozanov –quien en los años 60 captó la atención mundial por sus descubrimientos de la música en relación con la memoria—comprobó que cuando la intensidad de la música empata con la intensidad de la actividad, la capacidad receptiva de la memoria se intensifica. Desarrolló dos técnicas a las que llama conciertos: el Concierto activo, que estimula el proceso mental, físico y emocional de la persona; y el Concierto pasivo, que lleva a las personas a un estado relajad alfa para estabilizar sus ritmos mentales, emocionales y físicos.
El Concierto activo se compone en su mayoría de música dramática, llena de energía, similar a la música de una película de acción. El doctor Lozanov la recomienda para activar las ondas beta y aprender cualquier idioma, biología, historia, literatura, economía, incluso fórmulas matemáticas. El fluir de la música estimula generación de imágenes visuales y sentimientos.
Sugiere, de Beethoven, conciertos para violín y sus sonatas para piano; de Haydn, las sinfonías 93, 94 y 101; de Mozart, los divertimentos, los conciertos para violín números 4 y 5; y de Tchaikovsky, el concierto para piano número 1 y el concierto para violín en do mayor.
El Concierto pasivo tiene la habilidad de hacer que tu cuerpo se relaje y el cerebro se enfoque más, para inducirlo a las ondas alfa, estado ideal para la creación, a través de escucharla suavemente de fondo, mientras estudias, das una plática o lees en silencio. La música es lenta, predecible y calmada. Al escucharla, tu ritmo cardiaco también se tranquiliza. Lozanov recomienda la música barroca (1600-1725): Bach, Handel, Corelli, Pachabell, entre otros compositores. De Bach, sugiere los Conciertos de Brandenburgo, en especial los números 2 y 4; de Corelli, el Concierto Grossi, Opus 4, y #10, 11, 12 (los movimientos lentos); de Handel, el Concierto de arpa; y de Pachelbel, el Canon en D, entre otros.
Lo dicho:
La música ayuda a la creatividad, a la expresión personal, facilita el aprendizaje e incide directamente en nuestra vida personal.