Ese día era el definitivo para el medallero. El público aplaudía de pie a la pareja de deportistas rusos en una de las competencias de los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi. Ellos, agitados y gozos agradecían con la mano en el corazón al término de su presentación de patinaje artístico; misma que fue un derroche de agilidad, talento, gracia y arte.
Enseguida, la cámara de televisión mostró a la siguiente pareja concursante de origen estadounidense, que esperaba su momento de entrar a la pista. “Pobres, está difícil que los superen”, comentamos mi esposo y yo. En sus rostros serios y ensimismados reflejaban la enorme presión que tenían y sentían, mas me llamó la atención que no se les veía estresados.
En el momento en que esta pareja escuchó el primer acorde de la música de su coreografía, parecieron entrar a un mundo de magia, en el que más que una competencia, reflejaban un sueño de amor. Todo fluía como si las acrobacias, en extremo ágiles y arriesgadas, fueran algo tan natural como caminar en el parque tomados de la mano en un día soleado. Lograron la medalla de oro.
Pienso en el estrés que todos los atletas viven en esos momentos en los que se enfrentan a sus feroces competidores y en los que verán plasmados los años de esfuerzo, trabajo y sacrificio que han vivido.
Es interesante leer en la revista Forbes de febrero los nuevos descubrimientos acerca del estrés, realizados por la Universidad de Berkeley en California y publicados por Travis Bradvery. En dicho estudio se revela que tener un poco de estrés combinado con periodos de calma, provoca que el cerebro genere nuevas células que mejoran la memoria. Al mismo tiempo, recalcan que esto sólo sucede cuando el estrés es intermitente. De lo contrario, si es crónico, inhibe por completo la habilidad del cerebro para producir nuevas células, además de disparar una serie de males.
Es un hecho que una de las habilidades de las personas que destacan en todos los campos, es la de mantener el estrés bajo control; de otra manera, éste se convierte en el principal enemigo de su desempeño y su carrera, no importa si se trata de una competencia olímpica o de exponer un proyecto frente a un auditorio.
Pero veamos algunas de las estrategias que utilizan las personas que logran el éxito:
Respirar. La respiración y el nivel de estrés son una cosa y la misma. A medida que inhalas y exhalas de manera consciente repetidas veces, tu mente se relaja paulatinamente. Lo anterior te trae al momento presente, lo que hace que sólo te concentres en lo que enfrentas en el instante.
Actuar con seguridad. En lugar de temer y preocuparse por todo lo que podría ir mal, ayuda concentrarse en lo que se sabe, en lo que se es y en la preparación llevada a cabo. En otras palabras, lo que funciona en momentos estresantes es, como dice Eckhart Tolle, “estar tranquilos con el no saber”, es decir, confiar en que todo lo que trabajamos con anterioridad saldrá y saldrá muy bien.
Controlar la voz en la cabeza. Evitar que esa voz que se escucha en el interior hable negativamente. Entre más anidas los pensamientos negativos, mayor poder adquieren. Los pensamientos son sólo pensamientos, no realidad.
Apreciar y agradecer. Estos dos actos reducen el nivel del cortisol 23 por ciento, lo que mejora la energía y el humor.
Como podrás apreciar, querido lector, para controlar el estrés no se requieren cualidades extraordinarias, sino pequeñas dosis de confianza, amor propio y tranquilidad. Si las estrategias se practican diariamente, será difícil que fallen en las en los momentos decisivos.