¿Sabías que las langostas no envejecen, sólo crecen? Además, mientras más viejas, más grandes, fuertes y fértiles son. Esto no las vuelve inmortales, ya que mueren a causa de pescadores, depredadores y contaminantes, entre otras causas. El secreto de su longevidad es la expresión constante de una enzima llamada telomerasa, que repara y protege los telómeros.
La longitud de los telómeros –mismos que se encuentran en las puntas de los cromosomas– es una medida de tu verdadera edad. Sólo que a diferencia de las langostas, en nosotros la telomerasa no se expresa de manera constante, por lo que sí envejecemos. La buena noticia es que gracias a los nuevos descubrimientos en genética, publicados en el American Journal of Clinical Nutrition, se sabe que puedes mantener y hacer crecer los telómeros con tu estilo de vida. Por lo que no es exagerado decir que puedes intervenir para crear el futuro que deseas, al “encender” los genes que prolongan la edad y “apagar” aquellos que envejecen.
¿Qué acorta el tamaño de los telómeros?
Existe una serie de factores que hace disminuir la longitud de los telómeros, tales como la herencia genética, el estrés, la falta de sueño, la obesidad, el cigarro, el alcohol, una mala nutrición y el sedentarismo. Imagina que cada vez que te estresas, unas tijeras cósmicas dan un tijeretazo a todos tus telómeros. ¿Fumas? Pues otro tijeretazo, y así se acelera el envejecimiento.
¿Qué contribuye a alargar los telómeros?
1. La coherencia interna. Aunque no lo creas, tener armonía entre tus sentimientos, tu mente y tu cuerpo, le da el mejor alimento cuántico a tus células. La respiración consciente y profunda es un factor importante que te ayuda a lograrlo.
2. Procura el placer. El placer es una medicina poderosa, según nos dicen los expertos en neuropsicoinmunología. Cada vez que experimentas placer a través de los sentidos, estimulas la síntesis de una molécula llamada oxido nítrico (no), la cual desencadena una reacción de químicos en tu cuerpo que te hace sentir pleno y lleno de bienestar.
3. Vigila tus creencias. Si bien la herencia genética es un factor importante en nuestra salud, se ha descubierto que no incide tanto en ella como antaño se creía. Hay causas que impactan más la expresión de los genes, tales como el estilo de vida. Es increíble que no sean los genes, sino las creencias heredadas y estresantes las que en realidad enferman a las personas, es decir, si lo crees lo creas; o bien, la enfermedad sobreviene cuando la creencia se vuelve biología.
4. Vive el presente. Entre menos te ubicas en el presente, más preocupación tienes y más cortos se vuelven tus telómeros. Vivir el presente significa detener el tiempo, estar en la única eternidad posible, que es, por decirlo de alguna manera, el no tiempo. No permitas que el pasado o el futuro secuestren tu mente y te roben el precioso instante del ahora.
5. Genera oxitocina. Esta hormona se produce en el cerebro y provoca que seamos más generosos, más abiertos, más empáticos y que confiemos más en los demás. Por ello, una buena plática con los amigos quizá sea más efectiva que cualquier medicina. Las relaciones sociales y afectivas ayudan a mantener nuestra salud física y mental; de hecho, son tan necesarias como dormir, hacer ejercicio o comer bien, esto se afirma en The Longevity Project, un estudio de los doctores y científicos Howard Friedman y Leslie Martin, realizado a lo largo de ocho décadas.
6. Duerme. Dormir mejora notoriamente la calidad de vida y el semblante, además es el cambio más fácil, placentero y notorio que podemos hacer en nuestros hábitos para obtener mayor calidad de vida. El doctor Michael Rozen, jefe de la Clínica de Cleveland para el Bienestar comenta: “Dormir es el hábito de salud menos valorado”, prácticamente todo en nuestra vida mejora con el simple hecho de hacerlo ocho horas.
7. Deja ir el estrés. Inhala y exhala. El estilo de vida actual, hace crecer desproporcionadamente algunos rasgos de la personalidad que no son necesariamente benéficos para la salud, como el ego, que nos impulsa siempre a obtener más y crea un filtro mental para ver el mundo que amenaza nuestra sobrevivencia. Así que monitorea tus pensamientos; el estrés negativo no está exclusivamente en la cabeza, está en todo el cuerpo y afecta cada célula de tu organismo.
8. Consume antioxidantes, minerales y fitonutrientes para fortalecer el cuerpo y la mente. Lo mejor es obtenerlos directamente de los alimentos, sin embargo, a veces es imposible ingerir las cantidades suficientes que nuestro organismo requiere, por lo que podemos complementar la ingesta con suplementos y vitaminas.
9. Usa tus tenis. No cabe duda de que estar fuerte es el nuevo atractivo. Practicar ejercicios de alto impacto (brincar, escalar o salir de excursión), ayuda a construir hueso y músculo, además eleva tu ánimo y autoestima.
10. Ama. Sentir amor, cariño o la emoción que da proteger a alguien o algo te rejuvenece, te da salud y vitalidad, y los beneficios son medibles. Además, se ha comprobado que eleva tus defensas inmunológicas.
Necesitamos tomar en cuenta a los telómeros no sólo de manera superficial, porque, aunque son microscópicos, nuestras células dependen de ellos en un nivel muy profundo y fundamental y, por ende, nosotros también.