La edad y el gran descubrimiento II

¿Sabías que las langostas no envejecen, sólo crecen? Además, mientras más viejas, más grandes, fuertes y fértiles son. Esto no las vuelve inmortales, ya que mueren a causa de pescadores, depredadores y contaminantes, entre otras causas. El secreto de su longevidad es la expresión constante de una enzima llamada telomerasa, que repara y protege los telómeros.
La longitud de los telómeros –mismos que se encuentran en las puntas de los cromosomas– es una medida de tu verdadera edad. Sólo que a diferencia de las langostas, en nosotros la telomerasa no se expresa de manera constante, por lo que sí envejecemos. La buena noticia es que gracias a los nuevos descubrimientos en genética, publicados en el American Journal of Clinical Nutrition, se sabe que puedes mantener y hacer crecer los telómeros con tu estilo de vida. Por lo que no es exagerado decir que puedes intervenir para crear el futuro que deseas, al “encender” los genes que prolongan la edad y “apagar” aquellos que envejecen.