En los Vedas el mundo material en el que vivimos es una ilusión, le llaman maya y es el que nos hace vivir dormidos a la realidad.
Es curioso lo que sucede cuando observamos desde afuera una situación, mientras quien la vive está inmerso en ella y no percibe una serie de cosas.
Un joven muy formal, de nombre Zahir, nos recibió en el aeropuerto para platicarnos en perfecto español y con enorme orgullo acerca de todas las cualidades y riquezas de su país, así como sobre los sufrimientos causados históricamente por los bolcheviques y los armenios.
Lo imaginaba como un país totalmente diferente, perdido en medio del desierto y estancado en el tiempo. Honestamente no tenía idea de su localización en el mapa. Su nombre “Azerbaiyán” me sonaba a zona de conflicto, a retraso cultural y a fundamentalismo islámico. Sin embargo, lo que me animaba era la compañía de mi esposo y su espíritu explorador.
Confieso que al despegar del aeropuerto en la ciudad de Estambul tuve la sensación de dejar el último contacto con la civilización; una vez más, comprobé mi enorme incultura.
La sorpresa comenzó cuando vi desde el avión la gran cantidad de plataformas petroleras sobre el mar Caspio, parecían un hormiguero. Se observaban hasta perderse la mirada cientos y cientos de ciudades flotantes, dedicadas a la extracción de petróleo del fondo del mar. Literalmente el país nada en petróleo. El aeropuerto en el que aterrizamos nos hizo sentir que llegábamos al futuro. Es una construcción vanguardista en medio del desierto, la originalidad en sus líneas y materiales lo hacen impresionantemente elegante y atractivo.
A través de la ventana de la camioneta mirábamos la avenida que conecta el aeropuerto con la ciudad, el alumbrado es admirable, tanto como los caminos verdes que corren paralelos a ella.
Al entrar a Baku, la capital, también conocida como la ciudad de los vientos, todo es inesperado. Hay muchas edificaciones de estilo europeo, grúas de construcción por doquier, grandes edificios ultra modernos de arquitectos reconocidos mundialmente, tiendas de todas las marcas internacionales y hoteles de lujo. Nos tocó ser testigos de los preparativos para las carreras de la Formula 1, que en pocos días se llevarían a cabo. No lo podía creer, yo que dudaba si podría comprar una pasta de dientes; me sentí ridícula.
En apariencia, en ese país todo marcha viento en popa. La belleza de la ciudad antigua, los fenómenos naturales como son las ciudades de piedra de la época paleolítica, así como los volcanes de lodo o el templo de fuego de los zoroastras, hizo que nuestra visita valiera la pena.
Sin embargo, quedamos asombrados de que en pleno siglo xxi, los azerbaiyanos acepten vivir bajo el control absoluto de su líder nacional Heydar Aliyev ya fallecido, un dictador a quien le rinden culto por todos lados. Su hijo es el actual presidente y su esposa la vicepresidenta, ¿por qué no? La familia ha gobernado el país durante casi un cuarto de siglo.
Causa ternura escuchar a Zahir presumir que su país es el primero en tener una “democracia”, después de haber salido del yugo de Rusia que duró alrededor de 200 años –que, por cierto, destruyó todo vestigio cultural y religioso.
Heydar Aliyev es el mismo que causó polémica por colocar su efigie enfrente del Museo de la Tolerancia, en la Ciudad de México. En Baku mandó a hacer un colosal "centro cultural", que no es más que un monumento a sí mismo, creado nada menos que por la famosa arquitecta Zaha Hadid.
Poco a poco afinamos la mirada para notar que todos esos edificios en construcción están abandonados, no hay una alma en las tiendas de lujo, los edificios monumentales están vacíos, en los restaurantes sólo hay una o dos mesas ocupadas por los pocos turistas y la gente local sufre por el encarecimiento de todo. Desde la caída del precio del petróleo, su economía se ha venido abajo.
Al mismo tiempo, es triste ver que en su "democracia" no hay negocio, centro educativo, vivienda, centro comercial, proyecto o lo que sea, que no esté controlado por el gobierno o los amigos cercanos al presidente. El país está férreamente controlado por él y por su esposa. Mientras, la gente como Zahir piensa que vive en el mejor de los mundos, pero quizá se trata de maya, aquel al que los Vedas hacen referencia.