¿Por qué denunciar el acoso sexual?

En 1997, antes de ser conocida y famosa, Ashley Judd –una actriz que me encanta– tenía 29 años cuando consiguió la tan esperada cita que había buscado por meses con el “hacedor de estrellas” de Hollywood: Harvey Weinstein, director de los estudios Miramax. El encuentro se realizaría en el hotel Beverly Hills. Lo que no esperaba era que al llegar a la reunión de trabajo, Weinstein le ofreciera todo el apoyo del mundo a cambio de meterla en la cama.
Judd, asombrada y ofendida, logró escapar del encuentro. Pero la duda le asaltó: ¿qué debía hacer, denunciar o no? De hacerlo, sus sueños de ser actriz de cine estarían en riesgo. Aun así, se armó de valor y comenzó a divulgar lo sucedido en lugar de callarse y transgredir sus propios valores y dignidad.
A quien primero se lo dijo fue a su padre, que estaba por casualidad de visita en Los Ángeles y con quien se encontró al salir de la cita. “Esto de Weinstein es un secreto a voces, todo mundo lo sabe, pero no hay forma de detenerlo”, se enteró Judd cuando contó lo sucedido a los cineastas del medio.