En 1997, antes de ser conocida y famosa, Ashley Judd –una actriz que me encanta– tenía 29 años cuando consiguió la tan esperada cita que había buscado por meses con el “hacedor de estrellas” de Hollywood: Harvey Weinstein, director de los estudios Miramax. El encuentro se realizaría en el hotel Beverly Hills. Lo que no esperaba era que al llegar a la reunión de trabajo, Weinstein le ofreciera todo el apoyo del mundo a cambio de meterla en la cama.
Judd, asombrada y ofendida, logró escapar del encuentro. Pero la duda le asaltó: ¿qué debía hacer, denunciar o no? De hacerlo, sus sueños de ser actriz de cine estarían en riesgo. Aun así, se armó de valor y comenzó a divulgar lo sucedido en lugar de callarse y transgredir sus propios valores y dignidad.
A quien primero se lo dijo fue a su padre, que estaba por casualidad de visita en Los Ángeles y con quien se encontró al salir de la cita. “Esto de Weinstein es un secreto a voces, todo mundo lo sabe, pero no hay forma de detenerlo”, se enteró Judd cuando contó lo sucedido a los cineastas del medio.
La impotencia y la indignación
Imagina si esto que acabo de narrar renglones arriba hace sentir a una actriz de Hollywood impotente, ¿qué pensará una empleada doméstica, una secretaria, una enfermera, una campesina con dos o tres hijos que mantener, cuyo jefe la acosa bajo la amenaza de que si denuncia se quedará sin trabajo? La realidad es que es una situación que viven millones de mujeres en todas las culturas, de todas las religiones, en todos los estratos sociales y, literalmente, en todos los rincones del planeta.
Este noviembre, mujeres valientes como Judd, que rompieron el silencio sobre el acoso sexual fueron galardonadas como Personajes del año 2017 por la revista Time. Se trata de mujeres que tuvieron el valor de denunciar un abuso de tipo sexual sin importar el rango del abusador, la seguridad o el futuro de su trabajo, o bien, desafiando el riesgo de afectar su reputación ante la familia y la comunidad.
La selección de Time reunió a mujeres que durante el transcurso del año habían denunciado este tipo de acoso por diferentes vías, como las redes sociales, con los hashtags #MeToo y #YoTambién, que les han dado fuerza a las mujeres y han servido para que nos unamos y alcemos la voz. Judd comenta en la revista que antes “no había un lugar para reportar estas experiencias”.
Al elegir a sus personajes del año, los editores citaron a las seleccionadas en un departamento en San Francisco para entrevistarlas. Ahí coincidieron mujeres de todo tipo, entre ellas una mexicana que trabaja recogiendo fresas en los campos de California; así como actrices famosas y profesionistas que se desempeñan detrás de un escritorio en Nueva York, que trabajan en hoteles de lujo, o incluso, en el Parlamento Europeo. Todas ellas tenían una cosa en común: ser víctimas de acoso sexual en el ámbito laboral.
Las entrevistadas reportaron haber convivido por años con una mezcla de vergüenza ("¿Lo habré provocado, podría haberlo evitado, rechazado? ¿Estaré haciendo demasiado grandes las cosas?) y temor a que el acoso escalara a violencia física.
La vulgaridad de lo descrito por ellas, que incluye besos forzados, caricias libidinosas, palabras o frases soeces, les hacía sentir culpa, coraje y una gran impotencia y ha tenido repercusiones psicológicas y emocionales en sus vidas.
Las cosas en su lugar
En los últimos meses hemos sido testigos de un sinnúmero de despidos en Estados Unidos por acoso sexual. Han sido expuestas al público las acciones de grandes personajes políticos, de negocios, del medio del arte y el mundo del espectáculo, como es el caso del actor Kevin Spacey, que fue retirado de la serie House of Cards, programa que lo catapultó de manera definitiva a la fama, y quien también fue destituido de una película, aun a pesar de que varias escenas ya se habían filmado con él.
Me congratulo de saber que hoy empresas y organizaciones también son valientes y ya no avalan o encubren estos hechos que han cosificado a la mujer por siglos. Lo que rebasa la inteligencia es pensar que en pleno siglo xxi, cuando convivimos con los avances más inauditos en tecnología, todavía muchos hombres consideren a la mujer un objeto a su disposición y no reconozcan ningún límite.
La realidad es que este tema fue difundido y adquirió relevancia gracias a estas valientes personas que se atrevieron a romper el silencio. No cabe duda que la unión hace la fuerza y que ha llegado la hora de que esa culpa, esa vergüenza e impotencia recaigan sobre los hombros de quienes las merecen: los abusadores. Levantemos la voz para encontrar el eco de miles, millones de mujeres que nos apoyamos en todo el mundo. Y tomemos a estas mujeres como la fuente de inspiración que son.