¿Sabías que la mayoría de las personas que vive en una ciudad cosmopolita permanece en un lugar cerrado entre 80 y 95 por ciento del tiempo? Dentro de la casa, la oficina, el coche, el cine, el súper o el centro comercial, lo cual, para decirlo pronto, es contra natura. Esto nos ha llevado a padecer lo que se conoce como el “Síndrome de Déficit de Naturaleza”, un término que se utiliza para describir un estilo de vida que refleja una salud física y psicológica precaria.
¿Hace cuánto tiempo que no pasas la mayor parte de tu día al aire libre? El encierro físico casi siempre se acompaña de un encierro mental que limita nuestra visión de la vida. El verano es una buena oportunidad para liberar la mente. Deja tu computadora, tu celular y alimenta tu cuerpo, mente y alma. ¡Cuánta falta nos hace retomar lo natural en el ser humano, que es el contacto con los elementos primarios que nos dan la vida: el aire, el agua, la tierra y el fuego! Si bien dichos elementos los hemos asociado con actividades como la meditación o con estados de conciencia, cada día se tiene mayor información sobre su importancia para la salud.
Sin saberlo, lo sentimos
Los poderes sanadores de la naturaleza son más efectivos que la mejor medicina del mundo. La dicha que provoca es sutil y mágica, gracias a ella el ser se alinea y recupera el balance. No hay antidepresivo más eficaz que nadar en el mar, escuchar el crujido de las hojas secas al caminar en un bosque, inhalar el aire puro, escalar una montaña, sentir el sol en la espalda, escuchar el trinar de los pájaros o conversar con amigos al anochecer en torno a una fogata.
¿Te das cuenta de lo poco que tenemos incorporadas estas actividades a la vida diaria? ¿Cómo comparar caminar en un centro comercial con hacerlo en la naturaleza? Todo lo anterior sin contar con que la mente descansa al dejar de estar conectada todo el tiempo al trabajo o a los dispositivos electrónicos; el cuerpo se recupera y disfruta del bienestar que da perder la mirada en el perfecto caos de la naturaleza.
No hay prisión más grande que nuestros propios pensamientos y, sin percatarnos de eso, vivimos dentro de ellos la mayor parte del tiempo. Cuando esto sucede, nuestra efectividad en lo que hacemos disminuye por completo. Es por eso que la ecoterapia encuentra la manera de alejarnos y llevarnos a conectar con el ser, con lo que en realidad somos.
¿Qué es la ecoterapia?
En Japón, debido al mencionado Síndrome de Déficit de Naturaleza, se creó un programa nacional de salud que se conoce como Shinrin-yoku, que significa Baño de Bosque. Ha funcionado desde 1982 con resultados muy exitosos. Esta técnica es parte de lo que hoy se conoce como ecoterapia.
Ecoterapia –término que acuñó Howard Clinebell, en un libro que publicó en 1996– es el nombre que se le ha dado a una gran variedad de programas y tratamientos dirigidos a mejorar la salud mental, emocional y física mediante actividades en el exterior que pueden ir desde el senderismo, la jardinería, realizar excursiones de aventura, relacionarse con animales y cuidarlos, trabajar en una granja, conservar el medio ambiente o hacer artesanías con materiales naturales.
Hoy muchos médicos prescriben este tipo de terapias como grounding o earthing, que consisten en caminar descalzos sobre la tierra, tomar baños de bosque o de sol. Los investigadores confirman los enormes beneficios que tienen para la salud: reducen la depresión, el enojo, las hormonas del estrés y la ansiedad, mejoran la autoestima, disminuyen la presión sanguínea, reducen la glucosa en sangre y aumentan la resiliencia emocional, entre muchos otros intangibles.
En cualquier caso se trata de tener una experiencia directa no con la mente incansable, sino con el corazón que ha estado dormido; es como si la luz del sol penetrara en la piel, en el centro del pecho para despertarlo e iluminar y aclarar cualquier tipo de neblina que nos aqueje. No importa el tipo de adversidad que hayamos pasado, este tipo de luz es lo que el alma necesita para sanar.
Todo esto, además de los beneficios mencionados, nos da un espacio terapéutico en donde no tienes que hablar de tus problemas ni pensar en ellos; y, en cambio, te proporciona un ambiente para aprender nuevas habilidades, desarrollar nuevos intereses y hacer nuevos amigos.
El Instituto Golden Gate, en San Francisco, ha propuesto la ecoterapia con un programa llamado “Healthy Parks, Healthy People”, que significa, "Parques saludables, gente saludable". Pienso que todas las ciudades del mundo deberían imitar esta iniciativa que, además, ayudaría a crear mayor conciencia sobre la importancia vital que tienen los árboles y los bosques para sobrevivir.
Finalmente, lo que la ecoterapia busca es despertar al corazón, cuyo territorio es basto, abierto y misterioso y cuya sustancia nunca se podrá poner en papel o transmitir por la vía de una terapia tradicional. La naturaleza te lleva a descubrir todo lo bueno, lo puro y lo completo que ya estás y que ya eres. Aprovecha el verano para practicarla.