“Los buenos recuerdos son nuestra segunda oportunidad para ser felices”, dijo alguna vez la Reina Isabel II de Inglaterra. ¡Y cuánta razón tiene!
Durante los últimos 12 meses experimentamos cambios en todos los rubros de la vida y no siempre de manera favorable. Basta platicar con cualquier amigo, vecino o compañero de trabajo para darnos cuenta de que, sin duda, no ha sido fácil ni el mundo parece encontrar soluciones a corto plazo para los males que le aquejan.
A pesar de lo anterior, la vida sigue y es nuestra obligación exprimirla de tal modo que logremos tener momentos de felicidad, tan necesarios al alma como las vitaminas al cuerpo.
Si analizamos la frase de la Reina Isabel II, notaremos que hay dos maneras de traer a la mente nuestros recuerdos, una para abonar a nuestro nivel de felicidad, otra para secarlo.
Imagina, querido lector, querida lectora, que se inventa una aplicación que se llama “Tu cuenta bancaria de felicidad”, en ella puedes hacer depósitos y retiros como en cualquier otra. Con la diferencia que esta app es tan avanzada como para medir tus pensamientos de manera constante. En el lado izquierdo de la pantalla puedes ver una barra verde que aumenta de tamaño conforme haces depósitos de pensamientos y recuerdos positivos, no importa si son cosas grandes o pequeñas. Del lado derecho, se observa una barra roja cuando los recuerdos provocan en ti un sentir negativo. Por ejemplo, la barra verde crece cuando recuerdas tu luna de miel, admiras el árbol que se ve a través de tu ventana, evocas un fin de semana con amigos en algún pueblo mágico, el día que te recibiste y todos te felicitaron. En cambio, la barra roja crece cada vez que te acuerdas de un resentimiento del pasado, del detalle que te ofendió, la sensación de irritabilidad que te produce tal o cual cosa, ves las noticias que tanto te impactan y demás, ¿de acuerdo?
El reto surge cuando tu mente hace una de sus tareas favoritas: comparar el presente con los “tiempos buenos” del pasado. Esto puede fácilmente hacerte sentir menos feliz y opacar tu experiencia. En cambio, cuando comparas el presente con los “tiempos malos” del pasado, te sientes mejor o menos infeliz.
Las investigaciones de la psicóloga social Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California, revelan que las personas que se consideran a sí mismas felices en general, tienden a abonar más a la barra verde al recordar experiencias del pasado –sus amoríos, sus aventuras, sus logros– y decir “Ah, mi vida es mucho mejor ahora”. En cambio, las personas que se ven a si mismas infelices en general, suelen visitar y revisitar las experiencias negativas del pasado, además de comparar y desvalorar el presente con las experiencias positivas anteriores: “La vida antes era más divertida o buena o más tranquila”, y así abonar de manera innecesaria a la barra roja de la infelicidad del presente.
Hay personas que son crónicamente infelices, no dudo que, en el pasado, hayan tenido experiencias dolorosas o traumáticas; sin embargo, traer voluntaria o rutinariamente dichas experiencias a la mente, es ponerse una venda en los ojos a toda la luz, a pesar de sus sombras, que la vida nos ofrece el día de hoy. Además de que esa reiteración se vuelve una forma de vida.
La conclusión a la que llegaron la doctora Lyubomirsky y su equipo es que aquello que elegimos recordar del pasado y la forma en que lo hacemos pueden determinar tanto nuestra felicidad inmediata como la duradera. ¡Me pareció una gran revelación!
Entonces, ¿por qué no escuchar a la Reina Isabel II y optar por crear recuerdos bonitos hoy, para que el día de mañana sean nuestra segunda oportunidad para ser felices.