“Aquello que falta en una relación es lo que no has dado.” ¿Qué tal?, esa frase de Un curso de milagros cala hondo. Si bien hay muchas parejas que pasan con rapidez del amor al odio, alienta ver matrimonios que, como el buen vino, mejoran con el tiempo. No es un tema de suerte, el amor se decide y se construye a diario.
Cuando inexorablemente las dificultades en la pareja llegan, el ego buscará apuntar al otro, salir bien librado y sin culpa alguna; sin embargo, en el fondo sabemos que la frase es cierta.
Si buscas encontrar el amor o la pareja ideal, primero revísate porque “en una relación de pareja el del problema siempre eres tú”. La afirmación, que también es fuerte, la escribió el psicólogo y experto en relaciones de pareja Rubén González Vera en su libro Cómo evitar el matrimonicidio. Cuesta trabajo aceptarlo, ¿verdad? Y además agrega: “Si eres un campeón de la crítica del tú, tú, tú, entonces también lo eres de la mediocridad y la necedad”. ¿Quién, yo?
Revísate: “Si no sabes estar contigo mismo, si no te sientes pleno y realizado, si tu vida no está dotada de un sentido existencial, si no eres interesante, divertido, optimista, como pareja serás tan aburrido como largo es el día y mira que el día es largo”, dice González Vera, ¿estás de acuerdo?
Es un hecho que no existen parejas felices, sino personas felices que son capaces de construir una relación de pareja dichosa. Quienes llevamos muchos años felizmente casados, sabemos que el sueño romántico de una relación perfecta, estilo película de Hollywood, en el día a día no existe. Lo innegable es que a lo largo de los años se enfrentan muchos retos variopintos y se necesita tener un amor muy sólido y cimentado para juntos superarlos.
Todos conocemos –quizá somos– matrimonios que, como dice González Vera, viven en “el inframundo conyugal”, una vida así no es vida. Amén de que no se puede disimular o disfrazar, pues tarde o temprano afloran las consecuencias en todos los campos.
Lo difícil es tener la humildad y la grandeza para reconocer nuestra sombra, esa que hasta a nosotros nos es difícil aceptar porque avergüenza. Ahí está nuestra grandeza. Reconocer que tenemos “puntos ciegos” ¡que el otro sí ve! Y que casualmente son los que le molestan y encienden la guerra.
“¡No te quejes!”, parece que nos dice la frase de Un curso de milagros… ¿Quieres que tu pareja sea más atenta y cariñosa? Pues sé más atento y cariñoso. ¿Quieres que sea más comprensiva y paciente? Vaya, comienza por serlo tú.
González Vera afirma: “Hay que doblegar al ego y tener el valor de preguntarnos ¿qué es lo que no he dado? Y ¿qué puedo aprender de este conflicto?”. ¿Es fácil? No, sin embargo…
Vale la pena luchar por una buena relación
¿Cómo hacerlo? Sé tu mejor pareja. Trabaja en ti mismo, crece, nutre tu interior, apasiónate por lo que haces, ama la vida, contagia el entusiasmo por ella. Desde ese lugar es probable que el amor, la prosperidad y la salud fluyan con mayor facilidad. En cambio, si nos colocamos en la sombra y negamos rotundamente tener parte de responsabilidad en la mala relación, lo que fluirá hacia nosotros será la carencia, la frustración y el deterioro. Lo similar atrae lo similar. Así de fácil y complicado.
Es así que González Vera nos reitera una y otra vez que “el matrimonio es el reflejo del estado psicológico de sus integrantes”, por eso “la verdadera pareja está en nuestro interior”. Y ante cualquier relación, la primera pregunta obligada siempre será: ¿qué tan buena pareja eres tú para ti?