Tú tienes el poder de transformar

Lo corrieron de la escuela y fue a dar al El internado México, ubicado en Tlalpan al sur de la Ciudad de México.

Mal estudiante, respondón, cínico y muy rebelde, Tomás disfrutaba retar a la autoridad. “El conflicto está donde él se encuentra”, comentaban sus maestros. En su casa vivía castigado. Fue expulsado en varias ocasiones de la secundaria, y mientras asistía, pasaba una buena parte del mes en la oficina del director. Ningún maestro lo aguantaba.

Decía Graham Green que si supiéramos el último “porqué” de las cosas, tendríamos compasión hasta de las estrellas. La frase viene a cuento porque a Tomás y a su hermano menor el tormento de escuchar los pleitos de sus papás, les movía el deseo de salir corriendo de su casa. Así que la noticia del internado, lejos de acongojarlo, fue un respiro para él.

Ahí encontró algo que cambiaría su vida por completo: un sensible director del internado marista, quien ignoró ese mote del “in-so-por-ta-ble” que Tomás cargaba consigo. Al admitirlo, le dio uno de los grandes regalos que cualquier ser humano puede recibir: confió en él. Sí, a pesar de todo lo que Don Gregorio Torres había escuchado del joven y de las prevenciones acerca de su rebeldía, Don Goyo –como le decían los alumnos– decidió darle un voto de confianza.

 Lo que me motivó a escribir sobre el tema es que, según me cuenta Tomás –quien ahora es padre de familia y exitosísimo empresario–, este marista nunca le expresó verbalmente ese voto. Lo daba por un hecho. “La forma y el respeto con el que me trataba, la energía y la confianza implícita en cada orden que recibía de él, presionaban un botón interno en mí para no fallar. Sin dudarlo, me sentí obligado a corresponder, a sacar lo mejor de mí mismo”, comenta Tomás, y sigue: “Mi vida cambió por completo. Descubrí la posibilidad de encontrar capacidades en mí que yo mismo desconocía. Su confianza me reafirmó, me retó a ser mejor”. Y agrega: “Toda mi vida había cargado con la etiqueta de ‘el problemático’ y me lo había creído. Don Goyo cambió esa percepción. Años después me lo encontré y tuve el gran gusto de agradecerle lo que había hecho por mí. Pero él no lo recordaba…”.

Con la confianza todo es posible

Olvídate de los poderes de los súper héroes. Si estos nos impresionan es porque no hemos entendido bien a bien el poder que un voto de confianza tiene: donde pones tu confianza, nace un poder. Un poder de invocar lo mejor en el otro. Un poder que traspasa sus miedos y le da acceso a la parte suprema de sí mismo. Un poder que le otorga un par de alas para ser como en realidad quiere o sueña ser. Es como un milagro que comprueba que estos existen.

Además, el beneficio es mutuo: tu poder curiosamente es mi poder. Si te elevo, me elevo como persona y se crea una cadena. Dar y recibir confianza te permite abrirte a la vulnerabilidad, lo que significa tener fe en que el otro no te fallará.

Sería bueno revisar nuestra vida por un momento, pregúntate: “En una relación, en un proyecto, en el intercambio con mi hijo, ¿dónde está mi confianza? ¿Dónde está ese poder que tengo para transformar a esa persona –chica o grande–, ese proyecto, esa relación o a mí mismo?

Los seres humanos tenemos una responsabilidad, en cada relación enseñamos a través del miedo o del amor. La confianza se deriva del amor, es el pilar de la autoestima y el pegamento de cualquier intercambio, tanto en la vida de pareja, como entre padre e hijo, entre amigos o hermanos, aún en las situaciones más adversas o retadoras.

¿Tienes algún in-so-por-ta-ble en tu vida? Si es así, dale el poder de tu confianza.