Mi esposo me observaba fascinado mientras yo intentaba adaptarme. Me sentía mujer de una película de Mauricio Garcés de los años setentas que a manera de pijama y pantuflas, deambulaban por la casa en bata rosa vaporosa y tacones con plumitas de avestruz en el empeine.
--Vas a tener que usar tacones todo el tiempo --me dijo el ortopedista, incluso para levantarte de la cama. Lo anterior para recuperarme de una fascitis plantar que tuve durante unos meses, además de otras recomendaciones que seguí al pie de la letra.
Lo que descubrí durante la recuperación me pareció revelador: el mundo si se ve diferente montada en unos tacones. Más no sólo eso, el mundo también te ve diferente cuando los portas, en especial el sector masculino. Algo sucede con la postura que nuestro cuerpo adopta que de inmediato tu actitud cambia; incluso, te puedo asegurar que hasta en pijama, te sientes y te ves diferente. Te vuelves más atractiva y de inmediato atraes las miradas del sexo opuesto. Así que movida por la curiosidad, me puse a investigar.
Resulta que aunque te suene extraño, el grado de emoción que te cause comprarte unos tacones altos que te hagan sentir más joven y atractiva --o bien, tu disposición a usarlos, puede ser un dato que refleje cómo se encuentran tus niveles hormonales. ¿Increíble, no?
Yo ya no uso tacones
Hace poco en una reunión con diez amigas, comentamos sobre el uso de los tacones y la mayoría de ellas --en los cincuenta años de edad, expresaban cosas como las siguientes:
“Yo ya no uso tacones, me incomodan a tal grado que aunque se trate de ir a una boda, ya no me los pongo; no me importa si me veo fachosa o no”. “Yo me los pongo sólo en reuniones en las que sé que voy a estar sentada”. “A mi sólo me acomodan los tacones que son cuadrados y anchos”, en fin. La opinión generalizada era colocar una bandera rojinegra sobre los stilettos.
Ninguna de las presentes tomaron en cuenta la opinión o el parecer de sus maridos o parejas, quién de inmediato son capaces de girar el cuello más de ciento ochenta grados con tal de seguir a una mujer que se pasea con tacones altos.
Me pregunto si esta conversación se hubiera llevado a cabo entre mujeres de veinte o treinta años de edad, hubiera tomado un rumbo completamente diferente. No se trata de un tema de comodidad sino de niveles de estrógenos.
Te platico que el estradiol, es la forma de estrógeno responsable de la sexualidad y afecta no sólo qué tanto te interesas por el sexo, sino tu postura también, en especial la lordosis. Es decir, esa curva hacia dentro a la altura de la columna lumbar (justo arriba de los glúteos) que tiende a hacer que las pompis y el busto parezcan más prominentes. Todos hemos visto ésta postura en fotografías de artistas o de modelos tipo del Sports Illustrated o Playboy, en las que ellas arquean su cuerpo para lucir más sensuales. Si bien son un cliché, no cabe duda de que es el resultado de tener altos sus niveles de estradiol y su principal señal de juventud.
Un memorable ejemplo es la famosa foto de Marylin Monroe, en la que se encuentra de pie sobre la alcantarilla de ventilación del metro, con una lordosis pronunciada mientras se sostiene la falda para impedir que el viento deje sus piernas al descubierto.
Además los tacones cambian nuestra forma de caminar, damos pasitos más cortos y movemos con más énfasis la cadera lo que se vuelve una invitación y coqueteo para los hombres.
Curiosamente, de acuerdo a la antropóloga Hellen Fisher, la lordosis es una actitud que una mujer adopta para presentar su cuerpo cuando está receptiva y lista para tener relaciones sexuales. Y entre más altos sean sus niveles de estradiol, con mayor frecuencia arqueará su cuerpo. Es por esto que las mujeres nos sentimos más sexys y nos volvemos más atractivas como por acto de magia; es una respuesta neuroquímica. Más esta postura también la adoptan todos los animales cuadrúpedos cuando se disponen a reproducirse, según afirma Donald Pfaff, un experto en lordosis de la Universidad Rockefeller.
Es por esto que las mujeres con niveles de hormonas sanos adoran los zapatos y los compran como si de gomitas se tratara. Instintivamente saben que su cuerpo luce mejor, que se ven y se sienten más sexys y atractivas. Si eres de las mujeres que opinan como mi grupo de amigas y ahora prefieres la comodidad ante todo, quizá convendría darle una revisada a tus niveles de hormonas y consultar a tu médico.
Los riesgos que da la belleza
Por otro lado, es un hecho que los tacones también cobran su parte en nuestro bienestar físico. Los zapatos de tacón alto –nos dicen los expertos, desplazan el peso del cuerpo hacia delante, aumentan la presión sobre los dedos y trasladan los puntos naturales de apoyo. Esto nos obliga a corregir la postura corporal para compensar este 'desequilibrio' por lo que desde el tobillo hasta las cervicales, todas las articulaciones se resienten. Lo anterior puede provocar desde dolores en rodillas, en espalda, pantorrillas encogidas, hasta deformaciones en los pies, sin contar con la poca estabilidad que tenemos al caminar y el riesgo de sufrir una caída.
Pero ¿a quién le importa toda esta agonía si uno hermosos zapatos de tacón alto nos harán ver más sexys, jóvenes y atractivas? Cuestión de edad y prioridades.