A la pregunta: “¿Qué es en realidad lo que poseo?” Los sufíes responden sin titubeos: “Lo único que tienes es aquello que no perderías en un naufragio; posees sólo una riqueza de la vida que no para nunca: la inhalación que entregas a la exhalación y la exhalación que entregas a la inhalación”.
Gracias a la respiración, un regalo que con frecuencia damos por un hecho, la vida en este plano existencial es posible. Cada célula de nuestro organismo depende de ella para sobrevivir y estar sana. De la misma manera, la mente depende de la inspiración para fortalecerse, para crear, crecer y actuar.
Por eso, no sólo la inspiración y la respiración se hermanan al ser una el reflejo de la otra, sino que nos dan la llave para un gran secreto: al dominar la respiración, dominamos la mente e incrementamos la inspiración, el entusiasmo y la vitalidad. Sí, tu vitalidad es un reflejo del nivel de inspiración, así como la respiración física es un reflejo de tu estado mental.
Observa, cuando inhalas corto y exhalas largo, muestras un estado de melancolía o añoranza, como no queriendo dejar ir el pasado. En cambio, cuando inhalas largo y exhalas corto, demuestras ánimo, orgullo y exaltación. ¿Lo has notado?
Cuando la inhalación y la exhalación son rítmicas y balanceadas la mente está clara y tranquila, nos sentimos centrados, en un estado de armonía y serenidad. Cuando dejamos de pensar, por ejemplo, al meditar, y nos conectamos con nuestra luz interior, la respiración se vuelve casi imperceptible. Además, cuando es equilibrada genera poder, vitalidad y facilita que el cuerpo sane. La práctica de la serenidad cotidiana llama a nuestra alma a ubicarse en el momento; eso es la conciencia.
Cuando en la vida tenemos una gran tristeza, no hay lugar para la inspiración; es así que el órgano que lo refleja y enferma son los pulmones, nuestra fuente física de respiración.
Asimismo, cuando la respiración se acelera, por ejemplo al practicar algún ejercicio cardiovascular, se estimula la inspiración mental, lo cual ayuda a capotear la depresión. Es por eso que controlar la respiración calla el ruido del cerebro y crea paz interna y serenidad. Sin contar que el oxígeno que inhalas provee de energía a cada una de tus células para que funcionen mejor.
¿Qué nos abre a la inspiración?
Agradecer. Cuando agradeces de corazón, éste se abre a los mensajes del alma y te vuelves receptivo. Es por eso que la gratitud es la puerta a la inspiración. Agradece a la vida por lo que tienes, por lo que eres, agradécete a ti mismo todo lo que haces por ti, agradece a tu pareja, a tu trabajo; agradece tu salud, todo.
Practica ciclos de respiración completos. Haz ejercicio. Inhala profunda y rítmicamente varias veces al día de manera consciente; es un regalo que le das a tus pulmones, a tu mente y a tu bienestar de manera inmediata.
1.-Exhala por la nariz y contrae el estómago por completo.
2.-Inhala lentamente por la nariz, expande el abdomen, después el pecho hasta llenar el hueco de las clavículas a la altura de los hombros.
3.-Sostén por unos segundos.
4.-Exhala en una acción invertida, relaja los hombros, el pecho y contrae el vientre.
5.-Repite este patrón lentamente, aumenta la velocidad cada vez más, hasta que sientas que la cara se sonroja; regresa de nuevo a respirar lentamente hasta que el cuello se descontraiga y la mente se estabilice.
Sé perceptivo de tu estado y obsérvate: “¿Cómo me siento?” Usa el observador interno y préstale atención a tu respiración. Siempre es un reflejo de cómo te sientes.