Si alguna vez en tu vida has experimentado que estás muy feliz, tanto que desearías que esa increíble sensación no terminara, entonces has experimentado hygge.
Sentarte frente a la chimenea en una tarde fría mientras tomas un té, escuchas música y lees un buen libro. Usar un suéter grueso de lana mientras tomas una copa de vino y acaricias a tu perro echado a un lado de ti. Encender velas, aspirar un aroma suave de algún aceite esencial que colocaste a tu difusor. Quizá comer galletas de canela, en compañía de la familia o de tus amigos, comer rico o bien, pasar un rato envuelto en un delicioso edredón. Estoy segura de que ésta es la tarde ideal con la cual todos soñamos y, que la imaginaste de manera tan clara y deseable como yo.
Me encantó conocer que, en países como Dinamarca, no esperan a que esta tarde perfecta llegue un día por casualidad, sino la procuran y la buscan. Se llama hygge y se pronuncia “hu-ga”, es un concepto 100 % danés que hace a los hogares más cálidos y a la gente más feliz. El término surgió de una palabra noruega que significa "bienestar".
Mucho más que un concepto
Se traduce como “acogedor”; sin embargo, hygge es mucho más que un concepto, es un gozo por vivir y disfrutar, es una actitud ante la vida, actitud que –por cierto, ha ayudado a Dinamarca a superar a Bután, Suiza e Islandia como el país más feliz del mundo.
Debido a los largos inviernos que viven, los daneses, quienes buscan siempre la calidez en sus hogares y describen la palabra “hygge” como “la sensación de bienestar más intensa, sentirse en paz con su entorno más cercano y sentir el calor y el placer de disfrutar de un lugar con encanto”.
La palabra apareció por primera vez escrita en danés en el siglo 19 y desde entonces ha evolucionado a la idea cultural que se conoce hoy en día en Dinamarca.
Susanne Nilsson, profesora de danés en el Colegio Morley de Londres incluye en su curso la enseñanza de Hygge. En Dinamarca, los inviernos son fríos y largos, con sólo 4 horas de sol al día y temperaturas promedio de 0 grados centígrados. Se pasa mucho tiempo al interior del hogar. Hygge es el tiempo que pasan en casa, ya sea con familias o amigos, o solos o en compañía de un buen libro.
Hygge es olvidar las preocupaciones de la vida, consentirte con conciencia y sin culpa para pasar un rato agradable y rodeado de confort. ¿Me pregunto si en esta vida tan agitada, algún día lograremos hacerlo?
El concepto danés intenta extenderse a otros países, pero también a lugares como restaurantes, cafés y bares, donde se crean espacios íntimos y se consumen alimentos reconfortantes. Al parecer, el resto del mundo parece darse cuenta –quizá poco a poco – que pasar un tiempo relajados, con amigos o familia, hablar de todo y de nada, no sólo es bueno para el alma sino necesario, dice Helen Russell, autora del libro El año en que vivimos a lo danés: descubriendo los secretos del país más feliz del mundo.
El adjetivo impuesto de hygge es hyggeligt, palabra que se ofrece como un gran cumplido a tus anfitriones, después de pasar una noche agradable en su hogar.
Pero, además se trata de un concepto que se expande a todas las clases sociales en Dinamarca.
Es un término que en realidad no tiene traducción al español ya que representa un estado de felicidad, de calma y de paz, pero sobre todo de despreocupación, en compañía de las personas que más quieres y te importan.
Es una palabra complicada de describir sin tomar prestado el vocablo danés; sin embargo, otros países tienen ya expresiones similares: en alemán, el concepto que tienen es el gemutlichkeit, un sentido de bienestar que se basa en la buena comida, la buena compañía y la buena charla.
En Holanda tienen la palabra gezellig para describir esa misma sensación y otros conceptos más. Por ejemplo, ser gezellig en Holanda es ser social, parte de un grupo que se la pasa bien, sin envidias ni críticas, sin rencores o malas energías. Hace referencia al estado de ánimo placentero y alegre que las personas ponen en práctica para llegar a la felicidad total. ¿No es precioso?
Hygge para los daneses es una idea fuerte, es como hablar también desde la intimidad del alma. Es más fácil “ver y experimentar” esta palabra que entenderla: por ejemplo, en las terrazas de las calles de Copenhague puedes ver a la gente tomando algo, en compañía de velas y flores, así como mantas para resguardarse del frío y calefactores.
Como estilo de vida, podríamos adoptarlo como ese momento apapachador en el día que tanto necesitamos. Como un instante reparador para regalarte 15 o 20 minutos y disfrutar de una buena taza de café sin prisas, en el que cargas pilas para salir y enfrentarte a todo lo que te espera.
¿Qué te parece si en esta época navideña, buscamos adoptar este concepto de Hygge para que, con nuestra actitud y nuestros actos, lo transmitamos a toda nuestra familia y lugares de trabajo? Siempre será mejor que dejarnos imbuir por las prisas, el caos y el estrés decembrinos. ¿No crees? Te invito a intentarlo.