He estado en esa posición, por lo que no soy la adecuada para juzgar. Cualquiera que tenga un teléfono celular inteligente y un buzón lleno de correos electrónicos por contestar, sabe lo fácil que es vivir ocupado sin estar consciente de que se está vivo.
Como parte de una sociedad en la que vales por lo que tienes, hemos contraído un síndrome que se llama adicción al éxito.
Los síntomas los presentamos todos, o casi todos, en mayor o menor grado. Es fácil sentir la presión de tener que estar un paso adelante. Por eso, tenemos una prisa constante. Si vamos manejando tenemos que llegar rápido, entonces aceleramos en el instante en que el semáforo cambia a verde, para toparnos con conductores lentos, con elevadores lentos, con computadoras lentas y hasta con cafeteras lentas que despiertan en nosotros un instinto asesino.
¿Cómo afecta vivir de prisa?
