envejecer y aceptarlo
“Un día amanecí con cara de cansada y así se me quedó”, me dijo alguna vez mi prima Martha, quien era muy simpática y unos años mayor que yo. Las dos nos reímos, en ese momento, la soberbia de la juventud evitó que me sintiera identificada, ignoraba que al poco tiempo irremediablemente lo haría. […]...
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